Entrevista a MARCELO LÓPEZ. Con el teclado y un camino formado por canciones

 


La importancia de los medios de difusión independientes; a una sección de un programa de streaming dedicado a la música un invitado lleva una selección de cds. Reserva para el final, y definiéndolo como una belleza inconseguible, un disco de un cantautor. Era su cd debut editado por Discos Melopea, el sello de Litto Nebbia, en el año 2002. Al poco tiempo, revolviendo una batea de una disquería en avenida Corrientes, doy con un ejemplar de Levantamientos. El vendedor me pregunta si yo conocía al intérprete porque daba la casualidad que se llamaba igual que él y en ocasiones algunos amigos que visitaban la disquería lo gastaban atribuyéndole el álbum que, por lo visto, llevaba un tiempo allí. Lo compré. Semanas después recibo un mail de uno de los agentes de prensa con los que estoy en contacto. Me pasa una gacetilla y me propone hacer una nota de difusión de un cd recientemente publicado grabado en vivo en el Café Berlín, una de mis salas preferidas de Buenos Aires. El músico y cantante vive en Mendoza por lo que habría que esperar a una nueva visita por aquí para hacer una entrevista personal. No pasó tanto; el escenario fue el porteño bar Los 36 billares. Vino conmigo Axel, el co-conductor del programa en el que escuché su nombre por primera vez y que también hizo su nota para uno de sus canales de contenido. 

He aquí Marcelo López.




Tu reciente cd grabado en el Café Berlín, y que es además el primer registro en vivo que publicás después de cuatro discos de estudio para Melopea y dos producciones independientes ¿Lo tomás como el cierre de una etapa, una celebración de tu carrera solista o hay algún otro motivo?

Cuesta mucho venir desde el interior a hacerte un lugar en ese sitio, en esas fechas, en esos horarios y esperar que más o menos vaya gente. Yo toqué un miércoles en Café Berlín; el sábado a la noche me llamó el programador y me dijo “Maestro ¿todo bien? Hay 18 entradas vendidas. Con esto no podemos abrir; no nos sirve ni a vos ni a mí, ni al lugar”. Yo le dije “No, no, no. Hay mucha gente que se comprometió a ir, amigos míos de Buenos Aires de todos estos años …”. Claro, porque es en Devoto a las once de la noche, un miércoles. ¡Y el frio que hacía! Finalmente, al otro día les dije a mis conocidos “Che, saquen la entrada porque están viendo la gente que va a ir”. Y ahí nomás subió; un respiro. Entonces cuando voy allá, que no conocía, había un grupo que tocaba antes en el primer turno que se llama Nocturno Baires; recontra repleto. Después hicimos una pequeña prueba de sonido y ahí nos ofrecieron grabar; podés grabar el ambiente o el multitrack. Ahí al sonidista, Joaquín Delgado, le dije “Grabalo, grabalo”. Hagámoslo con multitrack, que tampoco son tantos instrumentos. La verdad que me la pasé pensando que estuviera todo bien, porque es un trío: piano, bajo y batería. El bajo es Cesar Franov, que tocó en Spinetta Jade, Los Músicos del Centro, Nebbia. Yo ya había trabajado con él hacia como 20 años. Y Facundo Guevara en batería, que es mendocino que viene tocando conmigo desde el 87, 88, y toca con todo el mundo: Teresa Parodi, Pedro Aznar, tocó con Mercedes Sosa, con Adrián Iaies ahora. Es un todoterreno porque es percusionista, baterista, es sesionista. Tengo a Jorge Garacotche de invitado en varios temas, a Daniel Benítez un flautista de Mendoza que vive acá y allá que es del palo del rock sinfónico, del Espíritu de Crisalida, todo eso.  Esos grupos de rock sinfónico que todavía están.

Lo presentás diciendo que venía de tocar con Pablo El Enterrador en Rosario

Que digo “soy su agente de prensa”. Antes del show yo estaba en un camarín arriba, miraba unas cabecitas. Bajé, y toqué el primer tema en el piano solo. Ya cuando sentí un aplauso homogéneo dije “Bueno, hay más de cinco personas”.  Cuando me fui al otro día en el auto, yo vivo en Mendoza pero voy y vengo, me manda Joaquín, el sonidista, el multitrack al teléfono, sin mezclar ni nada. Hice así y lo enganché por el bluetooth al teléfono, imagínate tengo mil kilómetros para escucharlo. Iba con Daniel, el flautista. Y bien, bien la gente, el público. Pocas pifiadas, que después se pueden arreglar en la edición, y ya me fui más contento. Y digo “Bueno. Vamos a terminar de dar la vuelta de esto sacándolo en vivo”. Y una cosa era hacerlo de manera totalmente independiente y otra cosa es Melopea. Hablé con Litto, y como le gustó mucho la versión que hicimos de “Sólo se trata de vivir”, que yo lo hago lento y con otros acordes, aceptó. Es seguir haciendo cosas, amigo. Estamos en la ruta, estamos bien. Salen algunas cosas, esta puerta abre otra, esta se cierra, se abre una claraboya, una ventanita sigue, otra no; es eso. Y la verdad que esos temas que son de distintas épocas; hay temas de hace veinte años, de mi primer disco con Melopea, Levantamientos de 2002. Hay temas desde ahí que utilicé para decir “Bueno, tengo un trio, bajo, batería y piano. Un bajo de seis cuerdas que toca que parece un violero. Los voy a armar en ese sentido a los temas”. No pude sacar todos, pero elegí esos, que son canciones, baladas. Y cuando me contacto, gracias a las redes, con Laura Hatton; ella era del grupo Buenos Aires 8, de Flores Negras, era flautista y corista de Marilina Ross en su mejor época, es la esposa de Rodolfo Gorosito, me dice “¡Sí, dale! Me encantaría tocar con vos”. Hicimos “Desamores” y le digo “Ya que estás acá elegite otro tema y lo hacemos”. Y ahí fue que eligió “Route 66” que quedó muy bien.

O sea que fue una casualidad que un rato antes del show, en la prueba de sonido, te proponen si querías grabarlo.

Si. Son cosas que van saliendo en el momento ¿no? Sin tanta planificación previa. Estuve haciendo una entrevista con el periodista Gustavo Lutteral, y justo le había hecho una nota a Cesar “Banana” Pueyrredón que ahora está en una obra de teatro como actor. La Llamada se llama el espectáculo, y contaba que hacen temas de Whitney Houston en castellano arreglados para la obra. Entonces contaba que él, que tiene mucha experiencia en su temática, cómo algunas cosas son desde la cuestión griega apolíneo y dionisiaco. Apolíneo es “vamos a ver acá, después vamos a hacer esto”. No te salís ni un ápice de esa ruta, y el dionisiaco es el que “Bueno, que se yo …”. Que lo mejor es tener una buena mezcla de los dos. Entonces decía Pueyrredón que en Los Beatles el apolíneo era Paul y el dionisiaco era John, y en Seru Girán el apolíneo es Pedro y Charly y David los dionisiacos, que por eso fue la conjunción. Esto va saliendo en el momento, yo tengo 64 años; mientras pueda hacer cosas que me gusten, que me hagan sentir bien y que sé que está bien hecho, que no me engaño con eso, uno lo va haciendo. Por ahí salen otras cosas, por ahí no.    

¿Y el recital entró entero o hubo algún tema que dejaste afuera del disco?

Dejé un tema afuera porque era con la flauta, y hubo un tema con la entrada y la afinación y no se podía arreglar. Eran piano, voz y flauta. La canción se llama “Tu presencia”; está en un disquito chiquito que se llama 7 canciones 7.



El último tema del disco es “Sólo se trata de vivir”, y es la canción que empezó tu relación con Litto Nebbia a partir de que vos le haces llegar la grabación de una versión que hiciste con un arreglo de cuerdas en el Teatro Independencia de Mendoza el 31 de mayo de1998 ¿Esa versión llegó a salir publicada?

Sí. Salió en Ojos de mirada oscura, mi disco del año 2010. Traigo la grabación para hacérsela escuchar a Litto; cuando uno busca ¿no? Estaba la oficina en Jean Jaures y cuando llego me dicen “Era acá. Ahora sólo están las oficinas. El estudio de grabación es en Villa Urquiza”. Subte, tren, micro y llegué. Se lo puse con un par de temas míos y se lo entregué a Mario Sobrino, el técnico de grabación de Melopea, y me dijo que se lo iba a hacer escuchar. Y la verdad que a los meses llame al fijo: “Hola, con Mario. Mirá yo estuve …”, “Ah, si si. ¡Muy lindo! Le encantó a Litto el arreglo que hiciste con un cuarteto de cuerdas”. Yo la verdad que me quedé bien pago con eso, como “¡Ya ascendí!”. Eso fue grabado en el Teatro Independencia que es como el Colón de Mendoza. En ese mismo teatro había una señora que murió, que era manager de Gieco, y estaba en Mendoza trabajando en ese teatro, y cuando venía el año 1999 que era el cambio de gobierno me dijo “Mirá, tengo el teatro para que hagas lo que quieras el último día”. Su gestión terminaba “¿Querés usarlo?”. Un sábado, con sonido, con todo y le digo “¡Sí, sí! Y le voy a preguntar si quiere compartir la función a Litto Nebbia”. Me vine acá, llamé. Conseguí los pasajes en avión, el hotel. Estuvimos dos días, porque íbamos a ensayar ese tema con el cuarteto de cuerdas, “El bohemio” con un bandoneonista y “La ventana sin cancel” de Melopea. Imaginate, en el afiche en Mendoza decía en igual tamaño “Litto Nebbia y Marcelo López”. Yo decía “¡No, no lo pongan así!”. Bueno, hicimos el show ese y Litto me dice “¿Qué vas a hacer con tus temas?” Era el 99, pasó todo el 2000, pasó todo el 2001 y a fines de ese año, en Melopea habían sufrido un par de robos, y me dice “Es el momento, venite ahora. Lo que tenés que poner es para recuperar cien discos, que vos los vendés y recuperás la guita”. Ahí conocí a Fats Fernández, a Cesar Franov que yo lo conocía de leerlo en los discos, a Quintino Cinalli el baterista, a Patricio Villarejo el cellista. A varios que iban ahí yendo y viniendo. Y enganché lo que es la identidad musical de lo que uno quiere hacer; de la manera de componer, la manera de tocar el piano, la manera de cantar. Por eso fui eligiendo esos temas y los íbamos tocando uno él, uno yo, uno él, uno yo. Me decía “Mirá, dejá que este lo toque yo” por el tema “Mis días por vivir”. Me lo limpió bien, ya lo aprendí y lo seguí tocando así. La búsqueda.

Y justo lo empiezan a grabar en diciembre de 2001 …

¡Cuando se armó el quilombo! Cuando estábamos allá vino lo del Corralito y lo de los 250 pesos por semana. Lo terminamos en julio; lo presentamos en Mendoza y lo presenté acá en Notorious. Toqué varias veces en Notorious en Callao y Marcelo T. De Alvear, frente a la plaza. Fui ahí porque estaba mi disco. Había un pianazo. Estaba la batería de Pocho Lapouble, y había una chica que era la programadora que se llamaba Mora Juárez, la hija de Manolo Juárez el pianista, y me dio varias fechas ahí. Fue una vez Litto, estuvo de público. Son caminos … Después me dieron otras fechas los sábados a las siete de la tarde, entonces había un show a la noche y otro a las siete de la tarde. Y yo venía y lo hacía. Por ese lado va empezando la cosa; a veces más, a veces menos. Después, durante un tiempo, estuve viniendo mucho a un boliche de Flores que se llamaba Criterio. Arriba en una esquinita; que el tipo tenía una biblioteca popular ahí adentro. Claudio se llamaba. Siempre esperé como tres o cuatro años para volver a intentar grabar un disco. Me voy a lo de Litto en Tigre que es donde vive, y le muestro diez temas, y por ahí quedan seis. “Los otros cuatro maduralos. Para más adelante”  

Vos sabés de música desde muy chico, ya a los seis años de edad empezás a aprender a tocar el piano. Supongo que Litto, con quien trabajaste tanto, es uno de tus artistas admirados del rock de acá ¿A que otros músicos del Rock Argentino seguías?

Pedro y Pablo. Escuché unos discos que había que se llamaban Voltops que tenían un volumen 1, volumen 2, volumen 3, que eran un refrito de varios artistas. Había uno, hoy sería imposible, que tenía en la tapa una chica en bikini. Mi primo me regaló el disco y el tema 5 del Lado B, o sea el último tema del long play, era “Tiempo de guitarra” de Pedro y Pablo. No tenía nada que ver con eso. A los años, 40 años después, lo acompañé a Miguel Cantilo en sus temas y le contaba. Después, había un disco que se llamaba Los preferidos de la luna en donde estaban los temas de La Joven Guardia, como “El extraño de pelo largo”. Y en el 72 aparece Sui Géneris Vida. Quería salir a esconder todos los otros discos, los de colores, porque me daba vergüenza haber escuchado esa música. Y con un amigo muy cercano, que después fue tecladista de Los Enanitos Verdes, Tito Dávila se llama y vive en España, sacábamos los temas con un grabador Aiwa. Con un cassette adelantábamos, volvíamos, buscábamos en el piano. Lo hacíamos en conjunto o solos. Muchas, pero muchas horas tratando de sacar un tema, como “El otro cambio (los que se fueron)”. Temas que tienen su complejidad. Después le pregunté a Litto “¿Está bien en La bemol menor?”, “Si, está correcto”.  (risas). ¡Eran quinientas mil horas de practicar! Y Litto, esto es ya más conceptual, convoca a Domingo Cura, del folclore, para tocar “Vamos Negro” y “El bohemio”. Convoca a Norberto Minichillo del jazz. Entonces abre el juego. Rodolfo Mederos; y por supuesto Spinetta, Charly. Eso es lo que me fue armando. Mi viejo murió cuando yo tenía 15 años y la que me salvó fue la música, porque todo esto fue en el inicio del Proceso en el 76. Yo estaba con el bombazo de haber perdido a mi viejo y me iba a mi pieza, al piano, con una taza de café a oscuras tipo lúgubre, para sacar (canta) “Nunca dejes de abrirte, no dejes de reírte, no te cubras de soledad …”, año 77. O 76, al poco tiempo, que escuchaba “El vino entibia sueños al jadear …” Y el bandoneón; que estoy estudiando ahora bandoneón. Divino instrumento. Lo hago por esto: porque uno quiere, porque me gusta ¿Quién me va a mandar, no es cierto? Y tengo un profesor, que nos juntamos cada 10 o 15 días y me pasa como tutoriales y yo me voy a mi casa y ahí estudio horas. Por otro lado, en aquella época, escuchábamos King Crimson, por eso lo de mi tema dedicado a Robert Fripp. Génesis; diez mil años tratando de sacar “Quinto de quinto” de Vendiendo Inglaterra por una libra. Entonces jugábamos al futbol, jugábamos a las figuritas, nos gustaban las minas pero teníamos esto, y tocábamos la guitarra y el piano. 


Y otra persona fundamental, un par de años después, fue el director y arreglador coral Damián Sánchez ¿no?

Sí, sí. Fue a verme el otro día a Café Berlín, en la función de este año en que presentamos el disco. Damián es el director del Coro de Regatas que yo estuve ahí cuatro años, y el tipo me ordenó, me ordenó bastante porque compone simple pero redondito, bien armadito. Muchos temas de Damián los hacia Mercedes Sosa; “Cajita de música”, por ejemplo, que lo hacía Juan Carlos Baglietto. Y director y arreglador de Los Trovadores, de esto, de lo otro. Trabaja y vive en Buenos Aires, tiene 80 años y dirige dos o tres coros. La otra vez se enteró, gracias a las redes, que yo venía y vino a verme con su mujer y su hija. Fueron allá y le dije “Están invitados” y me dijo “No, no. Está bien”. Y al final, antes del último tema dije “Quiero dedicarle esta última canción al Maestro Damián Sánchez que ha venido a verme”. Se paró saludó. Vinieron a saludarlo después un montón de personas.

¿En la Misa por la Paz y la Justicia de Ariel Ramírez del año 1981 y que arregló coralmente Damián vos grabaste?

Si, como barítono.  

¿Esa fue la primera grabación profesional que hiciste?

Profesional real sí. Pero ahí como cantante; en Estudios Ion con el Coro de Regatas. Después en el disco Dicen que aquí nací yo del Coro de Regatas del año 1984 canto barítono y toco el piano en un par de temas. El director de ese disco era Quito Figueroa que era el de Los Trovadores de Santa Fé. Grupos vocales como Opus Cuatro, como el Cuarteto Zupay. Él era el productor, lo grabamos en CBS en la calle Paraguay, y yo venía para tocar el piano como en cuatro o cinco temas y empezaron a recortar “No, acá no, acá no, acá no”; porque venía un tema latinoamericano, una chacarera. Yo en ese momento tenía 23 años y medio que me enojé porque al fin y al cabo yo toqué un pedacito en dos temas, y después más grande dije “Mejor haber tocado eso bien tocado figurando en los créditos que tocar cincuenta temas …” Pero no lo ves en ese momento. Después estuve con Martes 13, que es mi grupo de adolescencia, y vinimos acá en el 93, 94. Ahí tenía varios temas míos.

Estaba viendo: los Enanitos Verdes es una de las bandas más conocidas provenientes de Mendoza, y vos tuviste relación en los comienzos con el tecladista Tito Dávila y con el baterista Daniel Piccolo, que fue el productor del disco de Martes 13 ¿Ese disco lo grabaron en Mendoza?

Si. En Mendoza y lo terminaos de hacer acá en Polygram con Pelo Aprile. Trajimos todos los Adat viejos y acá se terminó de mezclar y masterizar. En Mendoza había salido un cassette blanco y negro, y acá salió con la tapa, que lo hizo DBN.

Martes 13 fue una banda que en su momento tuvo repercusión

Si. Tuvo repercusión, sonaban dos temas nuestros muy fuertes en el programa de Marcelo Tinelli, me acuerdo. Uno era “Esperaba yo por ti” y una baladita que era mía que se llamaba “Rayuela”. Fuimos a Deportes al toque, el programa que conducía Quique Wolff en Canal 2, a Feliz Domingo con Silvio Soldán. Estábamos felices y después nos enteramos que se grababa, nosotros fuimos y era al otro domingo que salía. Y laburamos bastante, fuimos a un montón de lugares, y justo salió la película Tango feroz y unos compañeros mendocinos nos mataron con “El amor es más fuerte”.  Son amigos, los quiero: Daniel Martín y Fernando Barrientos, del dúo Orozco-Barrientos. Y veníamos de laburar, éramos cinco, y vivíamos primero en Villa Insuperable, La Matanza. Para hacer las notas al centro decíamos “Vamos caminando a la esquina, nos encontramos y vamos en el 126 hasta la Plaza de Mayo” ¡Un tour, una hora! Después conocimos un muchacho del que nos hicimos muy amigos, y nos vinimos a Pompeya. Un amigo que conocimos acá, vivía solo con la madre y nos invitaba a veces a comer. ¡Cinco éramos nosotros! Unos mastodontes. Y cuando terminó el año, 93, nos dijo “Queríamos decirles que se vengan acá, mi mamá va a comprar dos camas cuchetas” Arriba tenían a medio construir una esquina, y mis compañeros sabían más o menos de enduido, pintura. Nos vinimos, y todos los lunes íbamos al Carrefour con una guita a comprar comida y todo para cinco. Y ahí nos quedamos casi todo el 94. Ahí trabajábamos siempre en un boliche que se llamaba Puerto, en Boedo. Y empezábamos en matinée y terminábamos a la noche. Después tocamos en The Roxy, Tom Lupo nos llevó a un montón de lugares. Fuimos a Mar del Plata, fuimos a Uruguay, fuimos a Rosario, fuimos a Bahía Blanca, fuimos a Ramallo en donde recién estaba empezando La Mosca Tsé Tsé, fuimos a Rojas.  Cuando iba terminando el 94, después de la explosión de la AMIA el ambiente quedó enrarecido y bajó todo muchísimo. Nos quedamos sin laburo, y sin laburo es no morfar. “¿Qué hago acá si yo tengo casa en Mendoza, laburo en Mendoza, toco con uno, con otro …?”. Los otros también: había dos casados y volvieron divorciados. Pegamos la vuelta, y en DBN nos dijeron que en el 95 íbamos a grabar el segundo disco. Habíamos hablado con Alfredo Toth en un estudio que se llamaba El Zoológico. Yo le mostré muchos temas míos, algunos están en Levantamientos como “Un sábado más” o “Levantamientos” que lo llegamos a hacer con Martes 13, le tenía mucha fe a esa canción. Y como no nos llamaron vine yo una vez y fui a DBN y me dijeron “Mirá, viene Jairo, lo va a producir Pedro Aznar y vamos a apostar todo a eso. Asique acá les damos el contrato”.  No anduvo; vos decís vendes 11 000, 10 000 discos, pero para una industria es poco. ¡Una patada en el orto! Si hubiéramos tenido trabajo acá tocando con otra gente todavía, pero nosotros teníamos que irnos allá. Yo estaba soltero, mas asentado; económicamente no tenía problemas, pero los otros cuatro ¿qué querés que hicieran, mirar el techo?  Pegamos la vuelta y ahí terminó. Cuando llegamos allá nos separamos; ahora hemos vuelto a tocar pero tres de los cinco.

Se habían reunido en 2023

Hicimos 2023, hicimos dos shows en 2024 y hasta ahora dos presentaciones este año

Todo en Mendoza

Si. Cuando sale algo, no es que estamos ensayando. Cada uno tiene su proyecto y cuando sale algo nos juntamos, repasamos los viejos temas, los del disco y algunos más, y vamos y somos Gardel.

Y esa historia negra de que les robaron los instrumentos y que por eso se separó Martes 13 …

Eso fue en el 96 en una sala de ensayo. Nos robaron dos teclados a mí, dos guitarras, dos bajos y al baterista los platos que son lo más caro. Entre que ya veníamos medio para abajo y eso … Pero es una historia real real. Yo estuve mucho tiempo sin instrumento, sin piano. Me costó bastante. De hecho, eso de 1998 del tema de Litto, yo ya solista, tuve que salir a pedir a amigos teclados prestados de buena calidad. En ese teatro había un piano muy bueno, ahora hay un Steinway & Sons gigante de acá hasta la vereda, peo en ese entonces había otro pianito y cuando yo fui a la tarde estaba pa´ tras el piano ese. Y yo tocaba con muchos ahí, no podía tener problemas de afinación. Me fui, como decirte, a las seis de la tarde a lo de un amigo, Gabriel Correa un gran pianista, y le digo “¡Por favor, prestame el teclado por esta noche!”, y me dijo “Tomá, tomá”. Me dio así, me dio los cables, todo. Eso es posta. Fue un bajonazo.   

Y siguiendo con tu vínculo con integrantes de Enanitos Verdes, en 1992 compartiste un proyecto instrumental con Felipe Staiti, el guitarrista, que se llamaba El Ansia.

Si. Me llamó en esa época, 92, 93, el Negro estaba, creo que todavía está, con Joe Satriani, Steve Vai, Nuno Bettencourt. Justo había salido el Guitar Legends en los Juegos Olímpicos de Barcelona que habían estado todos los guitarristas tocando en hilera. Eran Joe Walsh de The Eagles, Satriani, Steve Vai, Beck, Bueno y hacíamos temas de Rod Stewart todo instrumental. Él, por ahí, lo volvió a hacer después pero yo ya no estaba. Me gustó mucho eso. Y Marciano Cantero era compañero mío de la primaria; era Horacio Cantero. Cenamos un poquito antes de que se terminara de enfermar en enero de 2020; cenamos con mi mujer y con la nueva-vieja mujer de él, la de “Estuve leyendo tus viejas cartas”, y un periodista. Estaba haciendo con Los Enanitos y Hombres G una gira que se llamaba Huevos Revueltos, y me dice “Ahora cuando vuelva traete el piano”, yo tenía dos pianos; uno chiquito que llevo a todos lados que me dio Nebbia con el que toco siempre, y un Yamaha lindo gris, divino pero parece una mudanza más el anvil, y nunca se dio con Marciano de poder hacer algo. Él quería que hiciéramos cuestiones del saxofonista Paul Desmond. “Me gustaría que hiciéramos “Be-bop-a-lula” etc”. Estábamos juntándonos bastante, había un guitarrista muy querido en Mendoza que murió el 28 de diciembre de 2017, Mario Mátar; tocó con Piero, gran tipo, gran guitarrista siempre buscando nuevos sonidos, nuevas cosas desde la guitarra. Se enfermó, se enfermó, se enfermó y se murió. Íbamos a verlo juntos al hospital o a su casa al final. Cuando Los Enanitos Verdes eran banda de Piero, después de su etapa con Prema, iban Los Enanitos y Mario Mátar, año 85, 86. Somos de barrio todos. Ellos desde el principio fueron, fueron, fueron, y empezaron, en el 84, con ese disco que les produjo Leo Sujatovich, y después en el 86, ya con Tito Dávila, Contra reloj que ahí laburaron bastante bien. Después la vida, como los jugadores de futbol; las flechas se van dispersando.     




Actualmente acaba de salir este, tu primer cd en vivo. Casi a un año de haberlo grabado.

El 21 de agosto de 2024 se grabó y el 20 de mayo lo subieron a las redes la gente de Melopea. Y el 9 de junio, un día antes de la presentación de este año en Café Berlín, ya tenía los cds. Toqué con la misma gente; invité a otro cantante de acá que se llama Beto Antelada, que hay un tema mío que a él le gusta mucho que se llama “Salvo tu piel”, una baladita. A ese muchacho lo conozco porque iba siempre a Mendoza y fue pareja de Julia Zenko mucho tiempo. Y actúa y canta por ahí en distintos lugares, lo invito y se prende.     

Y paralelamente a la presentación de este disco estás con varios proyectos: ¿Cortazar All Inclusive, sigue?

No lo he vuelto a hacer, pero cuando lo tenga que hacer lo hago. Soy muy seguidor de Julio Cortazar y ese show lo hice tres veces, con un profesor de literatura mendocino que habla sobre Cortazar y un armoniquista. Entonces toco los temas del jazz, los temas que le gustaban a Julio, hablo de El Perseguidor, del cuento. Y nos han pedido para las escuelas, porque Cortazar vivió dos años en Mendoza cuando empezó a ser profesor universitario.

Después tenés el Tour de los Bares

Si. Ahora es un trio. Estoy yo, Roberto Fiat, que es el que canta “El blues del Tomba”, y Claudio Brachetta. Todos tocan el piano, la guitarra, componen. Hacemos temas de cada uno de nosotros, y algunos temas ajenos versionados. Por ejemplo “Sólo se trata de vivir” lo hacemos a capella, a tres voces. O “Presente” de Vox Dei como reggae.

Eso es en Mendoza, y después en Chile Clapton Legacy

En Clapton Legacy solamente acompaño, ahí voy atrás. Acompaño los temas de Eric Clapton, que los conozco. Supe que hay muchos temas que creen que son de él y no son de él, por ejemplo “Cocaine” que es de J.J. Cale, “I shot the Sheriff” es de Bob Marley. Los otros temas bluseros son los de Freddy King y los de Robert Johnson. Me gustan, pero ahí voy atrás, toco el piano, el órgano, me dan los in ears. Lo disfruto mucho; bueno disfruto cuando me gusta lo que hago, cuando la paso bien. Y aprovechando eso, me dice mi mujer que yo no doy puntada sin hilo, me hice muy amigo del baterista y del bajista de ese grupo, que me van a acompañar en Chile para hacer mi repertorio. Son muy dúctiles también.

¿Tenés una idea de cuantas veces tocaste en el Teatro Independencia de Mendoza? Prácticamente con la mayoría de los grupos y proyectos que tuviste tocaste ahí

Muchísimas veces. Y tiene el piano Steinway & Sons de cola entera que es una barbaridad, es una barbaridad. Lo que más me llama a tocar ahí es el piano ese. Ahí toqué con Luis Robinson, el armoniquista. Eso está subido en las redes. Hay una directora, que es amiga, entonces cuando uno va y le ofrece algún producto más o menos armadito te da la fecha, hay sonido, luces, todo. Yo quisiera llevar la formación de este disco ahí. Este repertorio que es el que defiendo con ellos, con Cesar Franov y Facundo Guevara. Anteayer me avisaron del Café Berlín de España para hacerlo allá. Así que estoy hablando ahora a ver para el año que viene. Tengo buenas cosas que mostrar; lindas canciones, buena manera de componer, las letras con alguna cuestión filosófica, humanística; de humor, de soledad. Todas tienen que ver con algo, para eso estamos en la vida.

 

Marcelo López se va a volver a presentar en Buenos Aires el próximo viernes 19 de diciembre en Clásica y Moderna, Av. Callao 892, CABA.



Muchas gracias Marcelo López, Jorge Pereira, Enrique de Discos Melopea, y por su participación especial a Axel Orcaizaguirre, y al programa que co-conduce con Lourdes Zottig “Alta Fidelidad”.

 

Sebastián Matatagui


Comentarios