Un escritor.
Nacido en Buenos Aires en 1952 y radicado desde el año 2004
en Barcelona, España.
Que viene periódicamente, pero los pocos días que pasa en
Argentina no los ocupa en Buenos Aires sino en Misiones. Allí presentó el año
pasado, un día después de la Navidad, su nuevo libro “Kitschfilm” en la
Biblioteca Popular Posadas. El mismo trabajo tuvo sus presentaciones ibéricas
el 28 de mayo en el Centro Andaluz de Las Letras en Málaga y el 1 de junio en
la Librería Gigamesh de Barcelona con el auspicio de Casa América Catalunya.
Fue hace mucho tiempo que escuché mencionar su nombre por
primera vez. Es que sus pasos adolescentes de escritor, y de músico, lo
vinculaban con los comienzos de uno de los grupos más importantes de la segunda
generación del Rock Argentino. Y fue un pilar muy importante en los primeros
años de esa historia.
Mario Carlos Piegari, ese es su nombre aunque desde chico
fue Carlos, había sido siempre una figura legendaria y misteriosa para mí.
Fue uno de los fundadores de Sui Géneris en el Instituto
Social Militar Dr. Dámaso Centeno en el cuarto año del colegio secundario (año
1968). Co escribió algunas canciones antes de que en el verano de 1972 el grupo deviniera en un dúo representado por
Charly Garcia y Nito Mestre. Y pese a haber abandonado aquella experiencia allá
por el año 1971 canciones cuyas letras provenían de su pluma encontraron
registros discográficos a lo largo de muchos años en distintas etapas de Sui
Géneris; “Natalio Ruiz” en “Vida”, primer disco del dúo, “Tu alma te mira hoy”
en el disco de PorSuiGieco editado en 1976, “Gaby”, co escrito con Alejandro
Correa en el disco en vivo “Música del alma” publicado en 1980 y “Monoblock” en
el disco del regreso del año 2000.
En 1973 el dúo interpretaba eventualmente “La bicicleta
oxidada” de Piegari/Correa y hubo por lo menos dos discos de acetato que el
grupo grabó cuando Sui Géneris todavía estaba conformado por varios integrantes
y Carlos formaba parte; uno del año 1969 con los temas “De las brumas
regresaré” y “Escuchando al juglar en silencio” y otro, presumiblemente del año
1970, con los temas “Marina” y “Grita”.
La aparición, dos semanas atrás, del audio completo de los temas
que conformaban el segundo acetato, subidos por un aficionado en un grupo de
Facebook especializado en Coleccionismo Discográfico, además de generar una
entusiasta repercusión por el valor del hallazgo, trajo al presente la historia
de los comienzos. Los dos temas son de autoría Charly/Carlos (Garcia/Piegari)
tal como figura en la etiqueta del mismo.
Pero la vida de Carlos Piegari siguió unos cuantos años más
con la música.
Formó los grupos “América libre”, “Latitud Sur”, “Avatar” y
“Cinema”.
Avatar también fue el nombre dado a su estudio de grabación/escuela
musical en la que trabajó a lo largo de toda la década del 80, luego
rebautizado Verne.
Después se dedicó definitivamente a escribir. Y así continúa
hasta el presente.
Mis intenciones de conocerlo y eventualmente hacer una nota
con él afortunadamente coincidían con su buena disposición y amabilidad. Era
cuestión de encontrarnos durante alguno de sus cortos periodos en Buenos Aires.
Y el día llegó.
Fueron menos de dos horas las que estuvo Carlos Piegari en
Capital Federal y, literalmente, desde un par de minutos después que un micro
lo trajera desde Posadas hasta un par de minutos antes que una combi lo llevara
a Ezeiza para alcanzar el vuelo que lo devolvería a España, dedicó ese tiempo a
esta entrevista que pretende ser lo más abarcativa posible.
Carlos llega y saluda amablemente. Mi alegría por este
encuentro tan esperado no podía tener mejor inicio. Nos instalamos en la mesa
de un bar y empezó el tiempo de las historias. Y nadie mejor para contar la
historia que su protagonista.
Encendido el grabador y con la luz roja del “Rec” titilando,
Carlos Piegari empieza a narrar.
Empecé a escribir desde muy pibe. Inclusive la etapa de Sui Géneris fue
una estación más de mi conexión con la literatura. Yo lo que quería siempre era
escribir, entonces la canción era una excusa formidable. Siempre escribí; las
canciones, publiqué desde muy joven cuentos, de grande como periodista cultural
trabajé diez años. Escribí de todo, hasta radioteatros. Mi herramienta
fundamental fue siempre la literatura.
En su infancia Carlos recibió formación musical. Su familia
lo mandó a estudiar guitarra clásica en el Conservatorio León Vicente Gascón
especializado en la escuela de la guitarra española.
Estudié desde los siete años.
Fue una experiencia muy dura porque la guitarra era más grande que yo. Sobre
los doce o trece años logré terminar mis estudios de música clásica, hasta
llegue a tener como profesora a Irma Constanzo, una gran concertista. Recuerdo
el ambiente del conservatorio, olor a encierro, a maderas de los instrumentos,
atriles, partituras, creo que quedaba por el Once y viajaba desde Flores y
Caballito. No me divertía mucho que digamos, sentía que estaba en otro
siglo. Llegué a dar pequeños conciertos
de guitarra clásica hasta los trece, catorce que ahí ya me rebelé y me dediqué
más al rock y a las cosas que me gustaban.
Sui Géneris, locución adverbial procedente del latín que significa “de
su propio género” o “único en su género”, surgió de la fusión de dos conjuntos
musicales que iban al mismo año en el colegio secundario: “To Walk Spanish”, en
donde estaban Carlos Alberto “Charly” Garcia Moreno (teclados, guitarra, voz y
composición), Alejandro Correa (bajo, guitarra, voz y composición) y Beto
Rodríguez (batería) y “The Century Indignation” con Carlos Piegari (guitarra,
voz y composición), Carlos Alberto “Nito” Mestre (flauta y voz), Hernán
Iglesias (guitarra), Hugo Milione (bajo) y Daniel Militano (batería).
Las dos bandas existían, se conocían, éramos amigos. No sé si habremos
tocado juntos, pero lo que sucedió es que hubo una reunión, que la describe muy
bien Alejandro Correa, en una confitería que estaba en Primera Junta y que se
llamaba El Greco, no sé si existe todavía.
A esa reunión van Beto Rodríguez, Alejandro Correa y Charly conmigo.
Ahí me invitaron a ser parte de una nueva formación que se estaba gestando, que
todavía no tenía nombre ni nada.
Entonces en esa reunión me pongo firme con que yo no me iba a ir del
otro grupo si no venía conmigo Nito Mestre, que era mi gran amigo. Hubo ahí
unas resistencias y yo insistí bastante y entonces nos fuimos de The Century
Indignation Nito y yo. Esta historia la narra muy bien Alejandro.
Hago un paréntesis en la historia relatada por Carlos y ya
que él lo nombró lo convoco a Alejandro Correa para que me cuente cómo se llegó
a organizar esa reunión y que es lo que pasó aquel día en que nació Sui
Géneris.
Alejandro Correa
“El grupo “To Walk Spanish” era un trio. Éramos Charly, Beto Rodriguez (que era
el gran organizador de ese grupo en realidad) y yo. Ese grupo lo armó Beto (baterista) porque
andaba buscando a alguien que le pusiera letras en inglés a las músicas que
Charly hacía, porque Beto ya lo había descubierto, ya sabía que Charly tocaba
muy bien. y yo la verdad que ni pelota le había dado, era un compañero.
Yo hablaba y escribía
en inglés y en ese momento se cantaba en inglés. Entonces un día charlando Beto
me dijo “Yo conozco a uno que vieras lo bien que toca el piano. ¿Vos te animás
a escribirle letras?”, y le dije “Si, yo sé leer, se escribir en inglés. Si,
vamos”. Porque en realidad el que le había puesto las primeras letras a la
música de Charly era el padre, Jaime. Y él ya estaba medio podrido de que el
padre le escribiera, no quería ya. Y aparte había otra cosa más: si bien yo era
muy elemental, yo algo de guitarra tocaba. Cuando yo lo vi a él dije “No, este
conmigo no va a querer tocar, es mucha diferencia”. Pero empieza a funcionar el
asunto. Eso pasó cuando estábamos en segundo año. Así va pasando segundo, pasa
tercero y pasa cuarto. Y en algún momento descubrimos que hay unos que tienen
un grupo que se llamaba “The Century Indignation” en donde estaban Carlos
Piegari y Nito. Entonces bueno, no había con qué darle a Charly; todo sonaba
mucho mejor porque tenía una exposición musical… Aunque las cosas que decía
Piegari no eran feas, pero como que les faltaba armazón. En ese momento no me
acuerdo a quien, si fue a Beto o al mismo Charly no digo que haya sido a mí, a
quien se le ocurrió que a nosotros nos faltaba o un guitarrista o un bajista,
porque cuando yo tocaba la guitarra Charly tenía que tocar el bajo, o no
teníamos bajo hacíamos guitarra y piano. Y si él tocaba el piano, yo tocaba el
bajo y no teníamos guitarra, y si yo tocaba la guitarra y él el piano no
teníamos bajo. Entonces el análisis fue así: Piegari tocaba mejor la guitarra
que yo, así que le proponemos a Piegari que venga a tocar la guitarra y yo me
quedo tocando el bajo. Aparte Piegari en ese momento creo que ya leía y
escribía música, yo recién estaba aprendiendo. Y entonces ese fue el asunto de
que un día los cuatro a la salida del colegio hacemos un encuentro, que es el
que te contó Carlos, para proponerle si quería venir a tocar con nosotros. Y él
lo que pone como condición es que viniera Nito Mestre, que a nosotros en ese
momento lo que nos parecía era de que Nito no aportaba nada; para lo que en ese
momento él era no aportaba. Hacia alguna voz, tocaba la flauta dulce, pero
Piegari lo puso como condición. Y nosotros le dijimos “Y bueno, está bien. Que
venga”. Así empezó el asunto”.
Continua contando Carlos Piegari sobre aquellos años de
adolescencia cuyos hechos mantienen inobjetable vigencia.
Es bueno que se sepa que éramos un colectivo en realidad. No quedarse
en la publicidad de que Sui Géneris fue un dúo si no que era un colectivo de
gente muy creativa, cada uno desde lo suyo sumaba. No teníamos rencillas o
rollos de ego muy fuertes. No recuerdo tensiones, no recuerdo eso. Sí hacia los
últimos tiempos, ya cuando fuimos más grandecitos y hubo algunas elecciones
ideológicas, sobre todo de parte mía, que fueron un poquito complejas para
seguir dentro de ese proyecto.
Le pregunto por el apodo que le otorgaron por aquellos años;
“piraña”. Una carcajada antecede su respuesta.
Yo no tenía una personalidad fácil. Yo no soy una persona muy fácil que
digamos, y teníamos una forma de conectarnos que estaba muy relacionada con la
ironía. Era una forma de defenderse, nosotros éramos débiles, nosotros éramos
los frágiles. Nosotros no jugábamos ni al tenis, ni al rugby, ni al futbol.
Éramos los diferentes. Entonces el diferente, el diverso, en ese momento era
muy jodido, tenía que defenderse de alguna forma. Y la ironía, el humor, esa
cosa así un poquito punzante, nos definía. Y parece ser que yo era particularmente…
molesto (risas).
En el libro de Daniel Chirom
Charly cuenta que vos, además de tocar y co escribir temas en Sui Generis, eras
el encargado de conseguir los lugares a donde tocar. ¿Te acordes de alguna
anécdota al respecto?
Sí, es cierto. Sucede que desde los 16 años trabajaba como “che pibe” en un
programa cultural en radio y ya me habían publicado un cuento en un compilado.
En el jurado estaba Ulises Petit de Murat, María Angélica Bosco y Syria
Poletti. Pesos pesados de la literatura de aquellos años. Recuerdo que tocamos
en una galería de arte de la que era dueño un pariente de Cortázar, al menos
tenía el mismo apellido y decía ser el primo o algo así. A finales de los
sesenta no era tan raro que un “conjunto beat” tocara en lugares como estos.
Recuerdo haber visto a Almendra en el Di Tella. Existía una conexión cultural
“intelectual” (full clase media-media con alguna proximidad hacia más “arriba”)
entre las artes visuales, el cine experimental y la “música beat”. Se me hace
que la palabra “rock” entra en escena un poco después.
¿Participaste de la gira que
Sui Generis hizo junto al cantante de boleros Nelson?
No, pero lo conocí.
¿Te
acordás de un tema llamado “Supernena” de esa época? ¿Tuviste parte en la
composición?
¿Superenena?
No… pero ahora que lo mencionás recuerdo una canción que se llamaba
Superburgués o algo así… Palabras como “nena“ o “baby” ya me parecían medio
gastadas.
TEO
Hacia 1969 Carlos Piegari en letras y Charly Garcia en
música componen la obra conceptual “Teo” que duraba alrededor de 20 minutos y
lógicamente era interpretada por Sui Géneris.
Esta ópera abarcaba un abanico de estilos, como bossa nova,
rock o folk en un solo tema que se tocaba de corrido. Sui Géneris llegó a
grabar una cinta con el audio de “Teo” durante una actuación en Canal 7, lugar
que frecuentaban por ser en aquel entonces Carmen Moreno, madre de Charly,
productora en ese canal.
Esa cinta demo fue llevada a algunas grabadoras para
presentar al grupo e intentar conseguir un contrato, acción que nunca alcanzó
su objetivo.
Nos cuenta Carlos un breve recuerdo sobre aquella historia
de un hombre llamado Teo, hijo de la luna y de un gato.
Tengo el recuerdo vago de la grabación y tengo también el recuerdo de
una carpeta de colegio con hojas pentagramadas, formato A4, donde Charly había
empezado a escribir la línea melódica y yo le iba poniendo abajo la letra. Eso
existe, en algún lugar tiene que estar.
Eso tiene que ver porque, si no me equivoco, en esa época sale Tommy,
la ópera de The Who. El concepto de la ópera rock o de lo conceptual siempre
estaba dando vueltas. Nosotros trabajábamos con esa idea de concepto, entonces
salió esa ópera.
Se desconoce el paradero de aquella grabación de “Teo”, pero
afortunadamente sí existen los dos discos de acetato anteriormente mencionados;
De las brumas regresaré / Escuchando al juglar en silencio (único registro
conocido que, pese al pobre sonido de la grabación, nos permite conocer al Sui
Géneris original integrado por Charly, Nito, Piegari, Alejandro Correa, Juan
Bellia y Beto Rodriguez) y el recientemente difundido a través de dos videos
(aunque con sonido tomado de aire) Marina / Grita, ya sin Alejandro Correa en
el bajo. En su lugar Daniel Bernareggi se hizo cargo del instrumento de cuatro
cuerdas, aunque fue por esa única ocasión.
La respuesta que el entrevistado me otorgó aquella mañana en
que nos vimos personalmente respecto al disco Marina / Grita tuvo que ser
reforzada semanas después en un intercambio de correos electrónicos tras la
aparición en internet de semejante tesoro recuperado.
Del tema “Marina” salió el nombre de mi hija mayor, y ese tema lo
habíamos grabado como demo.
Yo me acuerdo, así en la nebulosa, que había por Flores o por
Caballito, un hombre que cortaba acetatos. Era directo. Vos ibas a un lugar que
era una habitación pequeña, y alguien grababa. Te ponían un micrófono, todos
tocaban y directamente hacía el corte al acetato. Y vos te llevabas ese acetato
que era de pasta. Yo no sé si era de vinilo, porque en realidad el vinilo venia
de fabricación industrial y era de prensa. Y el otro era de acetato, se rompía.
Creo que existía esa diferencia.
A los nueve años me fui a vivir a Caballito, pero yo nací en el barrio
de Flores y recuerdo a un vecino que vivía en frente de donde yo me crie que
tocaba el bajo, y una vez necesitábamos un bajista porque Alejandro se había
ido y yo lo invito a este chico, Daniel Bernareggi, a que se integre a tocar.
Creo que él era mayor que nosotros. Parece que él tiene este disco.
El bajo de Sui Géneris, hasta 1972, quedaría en manos de
Rolando Fortich, compañero musical de Piegari en dos de los grupos que tuvo en
la década del 70.
Le pedí un comentario luego de escuchar, después de tantos
años y completas, las dos canciones que integran este demo. Le pregunto por la
canción “Grita” en la que deduzco que lo tiene a él haciendo la voz líder y así
también le menciono la semejanza que le encuentro con el material que después
compondría y grabaría con su posterior grupo América Libre.
Si, esa es mi voz y esas son mis letras. Carlos fue siempre Carlos
Piegari. Y me sugiere que Juan Bellia aportó una estupenda influencia muy
Santana, aunque ya estábamos totalmente copados por Crosby, Stills, Nash and
Young. En mi caso en particular el álbum Manassas fue decisivo. Estos dos temas son un destilado perfecto del Sui
Generis pre dúo. Participativo, grupal, sin "la voz" hegemónica, algo
que nunca existió.
Y tu conexión con América Libre es correcta. Por mi parte con la gran
colaboración de Fortich, intentamos recuperar aquella polifonía vocal del Sui
Generis colectivo, creativo y donde cada uno aportaba lo suyo.
CANCIONES CON
HISTORIAS
Yo tengo una conexión, que vaya a saber de dónde sale, con el tema de
los nombres, o sea a mí los nombres de los personajes me dicen mucho y siempre
jugué. Creo que es una metáfora de los infinitos nombres de Dios que no
alcanzamos a conocer nunca. Tiene que ver también con las personas; las
personas tienen nombre. Es una cuestión filosófica.
Le pregunto por la inspiración y la composición de algunas
de las canciones que escribió en aquel periodo fundacional.
NATALIO RUIZ, EL
HOMBRECITO DEL SOMBRERO GRIS
En esa época había una constante que era muy adolescente; muy básica a
la construcción de uno cuando tiene determinada edad que es la muerte. Y es una
cierta fascinación por lo oscuro, lo siniestro, que es lógico. Uno leía mucho
en esa época Lovecraft, Poe, todo eso. Entonces este personaje representa todo
lo que en esa época a mí me molestaba, que era una cierta cultura porteña muy
cerrada. Yo leía mucho, era vorazmente lector, entonces sospecho que por ahí
debe haber entrado algún cuento de Cortázar o algo. Es ficticio el personaje de
Natalio Ruiz. Creo que el apellido se lo robé a alguien que conocí en algún
lugar así un poco burocrático. Busqué un apellido que fuera muy burocrático,
muy de oficina.
Es que queda la
pregunta, no: “adonde fue a parar …”
Claro, porque eso era también otro constituyente de la memoria
adolescente, que uno no sabe muy bien la vida para donde va a ir también. En
esa época yo tenía muchas preguntas y muchas incógnitas y supongo que habrá
sido por eso.
GABY
Gaby tiene una historia muy concreta. Yo en esa época dibujaba también
y tomaba clases con alguien muy importante, murió hace poco. Un pintor
polaco-italiano que después vivió en Italia que se llamaba Alejandro
Kokocinski, y él pertenecía a un grupo de gente de Buenos Aires que cuando
llegaba el Circo de Moscú, que era en realidad una tapadera del partido
comunista entonces daban vueltas por todo el mundo y lo que hacían era llevar y
traer cosas, eran contratados por el circo como escenógrafos, por eso el Circo
de Moscú tenía una calidad impresionante. Entonces un día Alejandro hace una
muestra y yo veo un dibujo de un payaso que él había grafiteado supongo en el
circo. Y a mí me encantó, ese dibujo me gustó muchísimo. Y entonces escribí esa
canción sobre ese payaso que sale de un dibujo de Alejandro Kokocinski, que
después fue un pintor muy famoso en todo el mundo. Lo pueden buscar, tiene una
obra alucinante.
TU ALMA TE MIRA HOY
En realidad el título original de esa canción es “Interior”. Le puse ese
título porque, te das cuenta cuando dice “tu alma te mira hoy”, es una visión
astral. Es como que vos salís de tu cuerpo y te mirás. Entonces yo trabajé el
concepto literario del “yo”, de la autoconsciencia, de preguntarme qué me
pasaba a mí adentro. “Yo me veo a mí mismo”, entonces qué veo, qué me pasa ¿no?
Ya estaba creciendo y venía un poco más loco (risas).
Pero luego no sé por qué cuestión de edición o de algo por el estilo le
cambiaron el nombre.
MONOBLOCK
Sospecho que tuvo algo que ver el cambio del paisaje urbano de Buenos
Aires. En mi adolescencia la arquitectura de los barrios fue mutando pues
comenzaron a demolerse casas o comercios de una planta para construir
edificios. Yo nací en Flores sur, cerca de Villa Soldati donde los ranchos del
vaciadero municipal de basura fueron reemplazados por monobloques de edificios,
lo mismo que por la zona de Ezeiza. Supongo que me pareció algo medio triste,
vivir en un bloque de edificios en medio de la nada, un destino gris. Además
por esa época leía mucho a Roberto Arlt y a Leopoldo Marechal, y esa mística
del perdedor suburbano me pegó bastante.
LA BICICLETA OXIDADA
Yo componía siempre con Charly y con Alejandro Correa. Entonces con
Alejandro hubo temas impresionantes como “Gaby” o “La bicicleta oxidada”. En
esa época “La bicicleta oxidada” lo escribí porque yo era fanático de Antonio Berni,
el pintor.
En 1970 Carlos entra a estudiar Filosofia.
Sui Géneris había incorporado a Rolando Fortich en el bajo y
a Francisco “Paco” Prati en batería.
La actividad del grupo continuaba con presentaciones e
intentos por conseguir un contrato discográfico, sin embargo por ese tiempo
ciertas posturas ideológicas fueron determinando la salida de Carlos de la
formación.
La historia oficial dejó asentada que la salida de Carlos
Piegari de Sui Géneris se debió a la negativa de su madre de permitirle ir a
ser parte de una presentación en La Boca, en las afueras del estadio del Club
Atlético Boca Juniors luego de lo cual nunca regresó a tocar con ellos. Tanto
Charly Garcia como Nito Mestre plantearon públicamente esta situación en
algunas notas que les hicieron con el correr de los años.
Carlos es categórico respecto a esa historia.
No. No existe eso. Lo que sí existió fue una reunión de madres que se
hizo y algún tipo de incidencia sucedió. Y lo que recuerdo es que había una ida
a Mar del Plata. De los tres era yo el que tenía el padre muy presente. Mi
figura paterna era muy fuerte, entonces a mi viejo no le gustó que yo fuera a
Mar del Plata porque ya estaban dando vueltas ciertos personajes y ciertas
cosas que en esa reunión cumbre de madres parece ser que se deschabaron.
Entonces en casa sonaron algunas alarmas y como la figura paterna estaba tan
presente no hubo negociación. Y además yo ya estaba peleado, ya estaba todo
podrido entonces eso fue simplemente una gotita de agua más.
¿Estaba mal con todos
o con alguno en particular?
No. Yo no estuve de acuerdo con el acercamiento de Jorge Álvarez a
nosotros. Te lo digo claramente. Yo me opuse al acercamiento de él porque yo
trabajaba en esa época con Ulises Petit de Murat. Ya
estaba con la literatura muy metido y era una especie de “che pibe” de ese
escritor que era muy famoso y él había publicado en la editorial de Jorge
Álvarez, entonces le comenté: “Mirá, se acercó tal persona, se acercó tal gente
…”, y no recibí un comentario muy bueno que digamos entonces ya empezaron las
peleas por ese tema. Y además no me interesaba ese tipo de proyecto; yo estaba
en “América libre”, la cabeza la tenía puesta ahí. Estaba muy abierto a otro
tipo de experiencias, o sea a mí me interesaba el teatro, las artes escénicas,
lo visual fundamentalmente mucho. De hecho después me dedico a eso, y
principalmente al mundo literario, y no encontraba mucha interlocución en mis
compañeros. Salvo con Alejandro Correa que era con la única persona que podía
hablar de otras cosas. Por eso me sentía mucho más afín a él que a Charly y a
Nito. Entonces se fue creando alrededor mío una imagen que yo tenía otras
inquietudes culturales, que sí, es cierto. Pero cada uno, en esa época, estaba
buscando su camino.
AMÉRICA LIBRE
En 1972 Carlos empieza a armar el grupo para representar
su propuesta musical.
Lo bautizó América libre.
Esto lo trabajamos mucho con Alejandro Correa. Ya estábamos en otra zona a
la edad que teníamos, alrededor de los 20 años. Teníamos otra mirada de lo que
estaba sucediendo en el mundo. Del Flower Power ya nos habíamos alejado un poco,
entonces habíamos tomado una posición política más vinculada con el folk tanto
latino como yanqui o inglés, nos gustaba todo eso. Y tenía una carga ideológica
obviamente diferente a la otra vereda.
¿Te acordás de presentaciones en vivo de América libre? ¿Dónde solían
actuar?
Si. Sobre todo festivales políticos. En esa época eran muy comunes. Arreciaban
los festivales políticos, que estaban manejados, obviamente, por todas las
fuerzas de izquierda, o casi todas de izquierda que en ese momento abarcaban la
escena política y social del país. Los Montoneros copaban la escena popular
desde el punto de vista militante y también cuando armaban sus recitales ahí
estaban todos. Luego tenías otro tipo de conciertos masivos que estaban un
poquito más cercanos a lo que eran el ERP y fuerzas de izquierda más bravas,
más complicadas. Y luego tenías algunos otros conciertos más pequeños que eran
ya del PC, del Partido Comunista, que estaba en esa época aliado con el Partido
Intransigente, que estaba liderado por Oscar Alende. Entonces en esa época
prácticamente la escena era política y estaba muy vinculado a eso.
América Libre graba el disco “El país de la
verdad”, que es editado por el sello Qualiton en 1974.
En ese momento yo era conocido de Fonema, un sello maravilloso fundado por
Iván Cosentino y Nelson Montes, que son gente muy importante a nivel cultural.
Ahí grababa el Conjunto Pro Música de Rosario. Uno de los técnicos que grabó el
disco fue Amilcar Gilabert. Se me confunden las
sesiones pero sin duda grabamos en los estudios de Fonema que estaban en la
calle Perú. Un estudio adelantado para aquella época. Puede que algunas tomas
se hicieran en ION. Me acuerdo de un órgano Hammond que Rolando Fortich
disfrutó mucho tocando.
Entre las 11 canciones que integran la placa se
pueden escuchar las versiones propias de “Natalio Ruiz” y “Gaby toca el saxo”,
ambas compuestas en los tiempos de Sui Géneris.
También figuran “No es América” co escrita por la
dupla Piegari/Correa, “Caramelos de miel y pan de ayer” y “Una canción más de
amor” de Fortich/Piegari, “A veces todo es así de simple” y “Canción de cuna
sin niño” de Belfiglio/Piegari, “El país de la verdad” de Taberniso/Laiño,
“Tema 40” de Rolando Fortich, una interesantísima versión
folk-blues-psicodélica de “Duerme, negrito” de Atahualpa Yupanqui y “Vamos
llegando” de Carlos Piegari.
Como colaboradores se sumaron para este trabajo
Jorge Fortich en piano y Luis Maria Cosenza en guitarra.
¿Quién fue el autor del arte
de tapa del disco de América libre?
Según Eduardo Montes Bradley, quien consultó con su padre: Nelson Montes
(uno de los dueños de discos Qualiton) el diagramador fue Oscar “Negro” Díaz,
un precursor de las artes gráficas en Argentina.
Poco después Carlos emprende un viaje por Europa.
Lo acompaña Ricardo Bruno con quien arman una nueva versión de América libre
tocando temas del grupo y del cancionero latinoamericano como por ejemplo “Te
recuerdo Amanda” de Victor Jara.
¿Entre qué años y en que países de Europa estuviste?
Desde 1973 hasta 1975 o 76. Se
me mezclan algunas idas y venidas. Recuerdo haber estado en Roma apenas
había caído Allende en Chile. Ayudé a un grupo de exiliados a formar un grupo
folk latinoamericano (ya había grabado América Libre) y tocábamos en el Folk
Rosso en el Trastévere y nos venía a ver Rafael Alberti. No lo podía creer.
Cuando regresó a la Argentina Carlos formó el grupo
Latitud Sur, que eran prácticamente los mismos músicos de América libre, pero
con nuevo nombre por precaución. Había empezado en la Argentina la dictadura
más sanguinaria y feroz.
Registraron en 1976 un disco simple para el sello
Samantha con dos composiciones de la dupla Fortich/Piegari: “La vuelta de
Natalio Ruiz” y “Estos adoquines”.
En realidad ese grupo fue un desprendimiento de América Libre porque por
esos años había que ser prudente con los nombres de las bandas. La primera voz
era Ricardo Bruno y el baterista Miguel Fiannaca. Rolando estuvo en América
Libre y luego seguimos componiendo juntos, es un músico excelente.
Respecto
al regreso de una de sus creaciones más recordadas y entrañables, el célebre
Natalio Ruiz, nos cuenta.
Cometí un error. Uno después va creciendo y llegan algunas
equivocaciones. Después se arrepiente. Cambia. Y ahora con el paso del tiempo
ya te reis un poco de eso. Pero creo que me mandé la cagada de hacer una
segunda versión que salió bastante fea (piensa). No, fea no. Pero bueno, me fui
a Europa, volví y me dejé llevar por algún tipo de influencias que me dijeron
“Dale, hacelo ya que tuvo tanto éxito” e hice una segunda versión… y las
segundas versiones nunca son buenas.
Ese mismo
año Latitud sur fue el grupo de sesión que acompañó a Mirta Ciliberti en la
grabación de su disco “Canciones para hacer pensar a los chicos” publicado por
el sello Qualiton con producción de Vico Berti, músico y compositor que en 1968
había descubierto las dotes del cineasta Leonardo Favio para la música, siendo
el punto de partida de algunos temas co escritos entre los dos y del disco
“Fuiste mía un verano”, un gran suceso en la historia discográfica argentina.
“Canciones
para hacer pensar a los chicos” contenía temas como “Los juegos de Mariela” en
dos de cuyas frases dice “Jugar a la pelota no es cosa de varón sino de quien
tenga ganas o quiera ir a jugar (…) Jugar al justiciero dándole a los pobres lo
que les pertenece que los ricos les sacaron”.
Grabamos como músicos de sesión una producción de Vico Berti que se llamó
Canciones para hacer pensar a los chicos (música para niños pero con letras
“complejas” para la época). Fue por el año 1976 y ya nos habíamos cambiado el
nombre de “América libre” (por razones obvias) por el de “Latitud Sur”. Pero
igual se armó quilombo, hubo una denuncia por apología marxista (o algo así) a
Vico lo amenazaron, se tuvo que ir del país, se secuestraron las copias del
disco y nosotros estuvimos muy preocupados por las consecuencias que nos podían
caer encima. Al final zafamos.
AVATAR
Hacia 1977
Carlos empieza un nuevo proyecto orientado a la música de fusión y los ritmos
más elaborados dedicando un amplio margen a la experimentación. Con el
asesoramiento de Horacio “Droopy” Gianello, ex baterista de Arco Iris y Soluna
y quien además había recomendado a su alumno Francisco Prati para que tocara la
batería en Sui Géneris a comienzos de esa década, ponen en marcha Avatar.
Avatar no
sólo fue un grupo, también fue una escuela de música que poco después inauguró
su propio estudio de grabación.
Avatar, el
grupo, dedicó largos meses a ensayos y a perfeccionar su sonido.
Debutaron
oficialmente en diciembre de 1979. Su alineación en ese entonces la
conformaban: Beatriz Sánchez en voz, Daniel Fernández en batería y percusión,
Adolfo Martínez en guitarra eléctrica y voz,
Edgardo Fernández en bajo, Carlos Piegari en guitarra acústica y voz,
Daniel Rivera en batería, tumbadoras y percusión, Daniel Mele en percusión y
Alejandro González en saxo alto y barítono.
Nótese la
importancia que se le daba a la percusión, al punto de tener dos baterías.
¿Quién y por qué bautizó al grupo con el nombre
Avatar?
Creo que la idea fue
de Horacio Gianello. Y se me ocurre que tenía que ver con su interés por la
filosofía oriental.
Fue una experiencia
maravillosa. Horacio era una persona muy amiga, muy allegada a mi desde la
época de Sui Géneris justamente, porque nosotros éramos teloneros de Arco Iris,
entonces quedamos como amigos. Y Avatar fue un grupo que sonaba estupendamente
bien y que era muy difícil, pero muy difícil seguir lo intenso del trabajo.
Fueron varios años y fue mucho esfuerzo. Fue una época complicada porque exigió
demasiado trabajo musical.
¿Me podrías decir que instrumentos se enseñaba a
tocar o qué actividades se desarrollaban en Avatar, la escuela y donde quedaba?
En un principio
solamente guitarra, luego bajo, batería y percusión. Quedaba en un hermoso
pasaje de la calle Vicente López por Recoleta.
¿Y qué me podrías decir de Avatar, el
estudio?
Era un estudio de grabación, también teníamos la escuela de música,
Alejandro Correa era profesor allí. Por allí pasó gente como Rosario Bléfari.
También teníamos la sala de ensayo … Era algo parecido a lo que desarrolló Arco
Iris con Netto en la calle Venezuela.
Avatar
publicó un único disco a comienzos de 1983. La producción titulada “Mejor es
hoy” fue editada por el sello Music Hall.
La
formación que grabó el disco la integraban Daniel Fernández en batería y
percusión, Edgardo Fernández en bajo Alembic, Horacio “Droopy” Gianello en
percusión y voces, Adolfo Martínez en primera guitarra, voz y guitarra
acústica, Daniel “Olaf” Mele en batería, percusión y tumbadoras y Carlos
Piegari en teclados, voces y guitarras.
La
producción artística corrió por cuenta de Gianello, quien además aportó una
cinta de efectos grabada por él mismo en el estadio Luna Park el día del
combate entre Saldaño y Sacco.
El disco
presentaba diez temas de los cuales cuatro eran instrumentales (“El estadio”,
“New York en salsa”, “Mejor es hoy” y “Orangu”). Carlos escribió las letras de
“Todos los cuentos”, “Casi sin cesar”, “Tiempo adicional” y “Todo bien”. Co
escribió “Quien se anima” con Daniel Fernández y éste último escribió la letra
de “Las cuatro Julias”. Musicalmente las composiciones las trabajaban entre
Piegari, Martínez, Daniel Fernández, Edgardo Fernández y “Droopy” Gianello.
La escaza difusión
y algunas críticas poco alentadoras llevaron a que en un principio el grupo
espacie sus presentaciones, Carlos recuerda en especial una importante en el
Cine Grand Splendid, y tome otro camino musical, devenido en cuarteto y
rebautizándose Cinema.
CINEMA
Cinema fue la versión lúdica de Avatar, con una propuesta menos
comprometida musicalmente, pero muy buena. Salió también una producción
excelente. Todos los que tocaban ahí eran gente de un nivel musical
impresionante.
Cinema
hizo su aparición a comienzos de 1984 y lo formaban Adolfo Martínez en
guitarra, armónica y voz, Daniel Fernández en batería, Edgardo Fernández en
bajo y Carlos en teclados, guitarra y voz.
Era una propuesta Pop, muy The Police. Era lo que sonaba en la época. Había
grupos como GIT, todo ese estilo de música. Pero había que tocarlo y Cinema
sonó estupendamente bien.
Pero de todos modos fue una época complicada, de la cual no tengo ningún
tipo de vergüenza en decirlo; fue muy tóxica y terminó como terminan muchas
bandas, en un gran holocausto final. Lamentablemente no siguió adelante pero
artísticamente era una propuesta espléndida.
A mediados
de ese año Cinema publicó su disco “El doble”, conteniendo nueve canciones
compuestas y arregladas por los cuatro integrantes del grupo, grabado en Avatar
Estudio y editado por el sello propio Radio Rock. Lo curioso es que en ninguna
parte del disco, ni en la tapa ni en las etiquetas, se menciona a Carlos
Piegari. En cambio sus funciones son atribuidas a un tal Footgary.
¿Por qué en la época de Cinema
te rebautizaste como Footgary? ¿Cuál es el origen de ese sobrenombre?
Fue un juego con mi apellido. “Pie” (foot) más el “gari” con “y”. También
jodía diciendo que mi apellido era el “pie de Gary Cooper” por la película
“Murieron con las botas puestas”.
¿La voz principal de Avatar y de
Cinema era Adolfo Martínez?
Si, una voz fuera de serie, con un registro muy amplio. Yo era la segunda
voz y solista en un par de temas.
El manager era Ricardo Bruno
(antes integrante de América libre y Latitud sur) ¿Cuánto tiempo colaboró en
tus proyectos?
Con Ricardo Bruno (creo que nos presentó Alejandro Correa) me unió una
amistad de años. Una persona con gran talento artístico. Si no me equivoco
compartimos bandas y proyectos hasta el año 1985 aproximadamente.
¿En dónde solían hacer las presentaciones
con Cinema?
En boliches, o sea Cinema tocaba en lugares chicos. Discotecas, pubs. En
esa época se tocaba así.
Por fin de semana tocábamos bastante y eso, en mi caso personal, fue
produciendo un desgaste físico bastante fuerte. Y ahí es donde me di cuenta que
ya no me daba el cuero. No me daba la cabeza. No estaba pasando una buena
época. Tuve una serie de incidencias personales que no me permitían vivir la
vida de una forma muy sana que digamos.
Cinema tuvo un hit muy difundido con el tema “Un doble”. Pese a eso, y por
problemas internos, el grupo se separó en algún momento de 1985.
Si hacemos una mirada histórica creo que íbamos en paralelo con la vida del
país. No te olvides que a finales de los 80 nos estábamos enfermando todos. Yo
ahora lo veo a la distancia y creo que había una gran enfermedad. Alfonsín venía
con problemas, los Carapintadas, llega Menem y esas cosas. Todo eso lo reflejo
después en mi literatura. Pero creo que algo malo ya andaba dando vueltas en el
país y en nosotros.
Avatar Estudio siguió operando hasta fines de la década del 80 primero en
su ubicación original en Vicente López 1661 y en los últimos años, rebautizados
Verne Digital Studio, trasladándose a Callao 569.
¿Cómo siguieron tus
actividades en el periodo posterior al final de Cinema?
Me encierro en mi estudio, el mismo pero ubicado en diferentes lugares, y
me dedico a trabajar profesionalmente produciendo para terceros. Grababa, me
ganaba la vida. En esa época también me separo, gran final a toda orquesta, y
me voy a vivir a Posadas. Me contrataron de un multimedio que tenía una radio,
un periódico y una televisora en Posadas y me quedé. Me acuerdo que fui con mi
socio a instalar una radio y le dije “Me voy a quedar tres meses a probar”. Me
quedé diez años (risas). Mucho. Formé pareja, armé una familia, curé
algunas heridas y seguí adelante con la vida.
PIEGARI ESCRITOR
Viviendo en Posadas Carlos obtiene un cargo como Director de Cultura de la
ciudad. Por sus estudios de Filosofía obtiene una beca para hacer un Master
sobre Cooperación Cultural Iberoamericana en Barcelona, España.
Me fui a hacer el Master. Cuando regresé a Posadas mi compañera Sonia Abián,
que es una artista plástica y visual reconocida internacionalmente, recibe otra
beca de Alemania y ahí es donde decidimos irnos definitivamente afuera de
Argentina. Llegaba la gran debacle del 2001.
Comentame de tus libros,
cuales son, cuando empezaste a publicar.
De joven publiqué en una antología de cuentos y después relatos en revistas
culturales acá y en España también. Durante diez años fui periodista cultural.
La literatura empezó hace varios años ya en privado. A mí me interesó
siempre mucho lo que es la investigación periodística y buscar una forma de
narrar experimental. Siempre trabajé con formas narrativas diferentes. Entonces
empecé con la crónica, que es un género que me interesó mucho, y dentro de la
crónica ver como la ficción se colaba y podíamos compartir soportes, discursos.
Y entonces decidí asumir que la escritura era lo que me gustaba hacer. Me
metí ahí y hace un año me contratan de Málaga, de una editorial muy
experimental, jugada, sensacional, de gente joven afín a este tipo de experiencias
que me gusta hacer a mí y me publican.
Estamos hablando de
“Kitschfilm”, tu libro publicado el año pasado. Contame un poco cómo concebiste
esa historia.
Kitschfilm, una palabra que se acuña en Austria hacia los años 20, ver www.kitschfilm.com, nace hacia 2014, pero se remonta al 2007. Ese año viajé a la ciudad de
Kassel (Alemania) donde se monta la mega muestra Documenta, con mi compañera
Sonia Abian. Ya colaboraba con ella desde 2001 en proyectos de arte conceptual
(www.aparatobarrio.org). Da la casualidad que en una librería de viejo encontramos un libro (en
alemán y del año 1941) cuyo autor era un pintor naif que conocíamos muy bien.
Una leyenda urbana de la ciudad de Posadas y del cual había muchos cuadros en
la casa donde vivíamos desde los años noventa. Compramos el libro y lo
archivamos. Hasta que en 2014 una amiga (Alicia Menises) una investigadora de
las artes visuales me cuenta que los hijos de Adolf Neunteufel estaban aún
vivos, él había muerto por los años setenta. Los rastreo y encuentro
malviviendo en una casilla a orillas del río Paraná. Logro entrevistar a uno de
los hermanos y descubro una historia que me apasiona. Decido comenzar entonces
un proyecto literario que me llevó cuatro años. El manuscrito se lo remito a un
amigo escritor en Moscú y este lo reenvía a una editorial de Málaga (http://www.edicioneseltransbordador.com/) que decide publicarlo. En realidad Kitschfilm es un momento más de mi
pulsión por escribir. Comencé con las canciones, cuentos, seguí con la
redacción periodística y publicitaria, estuve a cargo de talleres literarios,
realicé guiones para radio, diseño de proyectos sociales, revistas online, que
se yo, no paré de escribir en toda mi vida. Tuve la suerte de ganarme la vida,
casi siempre, escribiendo. Considero escribir como un oficio, nada de don o
arte decorativo. Puro oficio, igual que el del mecánico o el diseñador de video
juegos. A esta edad puedo afirmar que prefiero “ser y hacer”, vivimos en un
tiempo de la “gestión cultural y artística”. Todos/as quieren ser gerentes,
pero alguien tiene que clavar los clavos en las suelas de los zapatos.
Alcanzamos a terminar la entrevista con el tiempo justo para sacarnos unas
fotos y, por supuesto, agradecerle a Carlos Piegari su excelente disposición,
su amabilidad y dedicar este corto descanso entre viajes a recibirme para
conversar y develar mis inquietudes de años respecto a su leyenda.
Carlos ya parte rumbo a su hogar en España, y mientras me vuelvo caminando
por Retiro, en una soleada mañana de domingo, me pregunto cuántas vidas pueden
caber en la biografía de una sola persona. Carlos el músico, Carlos el
compositor, Carlos el dibujante, Carlos el idealista político, Carlos el
productor, Carlos el ingeniero de sonido, Carlos el artista visual.
Y Carlos el escritor; siempre por sobre todas las actividades estuvo (y
está) el escritor.
Sus personajes, por citar a algunos, Natalio Ruiz seguirá en su Recoleta
acorde con su alcurnia, seguiremos llorando al poeta habitante de un monoblock
que amaneció crucificado, Gaby seguirá tocando el saxo en la arenas del circo
frente a un público ausente.
¡Cuántas historias caben en una vida!
Muchas gracias Carlos Piegari por tu tiempo y cederme el gusto de
conocerte.
Gracias a Alejandro Correa por su participación especial.
Muchas gracias Sonia Abián por facilitar la comunicación que permitió
ultimar detalles.
Y un agradecimiento a Tomás Rojas.
Impresionante Sebas, cuánto detalle del inicio de Sui... Que ganas de pasar x "el Greco" y lo q eso significa...
ResponderBorrarTe felicito, excelente nota!
Excelente!!! hermosa nota.
ResponderBorrarDe 10 Sebas. Deboré la entrevista. Abz
ResponderBorrarFelicitaciones por recopilar una historia de vida tan intensa!
ResponderBorrarMuy bueno,una gran historia de vida de un "desconocido ilustre"......
ResponderBorrarMuy bueno. Yo tomé clases de guitarra en Avatar con Carlos Piegari primero, y después las derivo a Alejandro Correa (educado, pero de pocas palabras).
ResponderBorrarTengo el "cassette" de Avatar, al que fui a ver. Es verdad que sonaban bien, y el violero creo que era bastante bueno.
Una anécdota: una vez fue a grabar un músico que tuvo su éxito en los 80s (su trampolín fue un tema de una publicidad) vestido de Rockstar, diciendo que quería grabar ahí, y que pagaría cuando zasliera el disco. Carlitos no tenía ni idea de quién ptas era, y le dijo que no. Después comentando con Correa, tampoco lo conocía.
Muy gracioso, dado el alto grado de pedanteria del personaje, y la sincera inocencia con que no lo conocían, "no lo registraban".
Sebastián este artículo me permite con un sólo click linkear y, mágicamente, responder 67 años de vida. Exitos con tu blog y programa de radio.
ResponderBorrarMuy buena entrevista. De punta a punta, muestra a Carlos como lo que és, un autor y artista singular, quien nos regala anécdotas y datos de una época muy rica culturalmente. Gracias.
ResponderBorrarMuy buena nota, pero la foto que aparece del Colegio Dámaso Centeno es actual. El edificio en donde cursaron el secundario los Sui Generis era un edificio centenario que ya se caía a pedazos. Ellos ya no estaban(egresaron 1969) cuando se inauguró el edificio que está ahora. Hay fotos en internet de ese edificio viejo del Dámaso Centeno. Yo estaba en la primaria de ese colegio cuando ellos cursaban la secundaria. Durante años Sui Generis estuvo prohibido en el colegio, no solamente no podían entrar sino que en los actos de fin de año no permitían tocar ningún tema de ellos. Tal es así que a un profesor de música (Zumpano se llamaba) que tuvo el atrevimiento de enseñarle a los niños de primaria a cantar "Estación",lo echaron sin contemplaciones. No era de extrañar, ya que el director de entonces, fué despedido por el presidente Alfonsín por haber dejado cesante a una alumna de quinto año que había quedado embarazada.Pero al compañero que la embarazó no le hicieron nada.
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