LUCIANO DI VITO “En esa época el periodismo estaba en las calles, esa filosofía fue la que nos permitió juntar a Seru Girán”


Recuerdo haber escuchado alguna vez el audio del conductor radial Mario Pergolini pisando en la mañana de su ciclo “Cual es?” (un clásico de la FM Rock & Pop de los 90 y 2000) una grabación en la que los músicos de Seru Girán afinaban y empezaban a tocar sus instrumentos en la previa a una sesión privada e informal. Pergolini aseguraba, con voz de asombro y armando clima, que se trataba de un audio perteneciente a una reunión secreta de alguna madrugada, y hacía comentarios sobre los breves diálogos que los músicos compartían “¿Te acordás de “Noche de Perros?”.

En realidad yo a esa grabación la conocía y la tenía, como imagino que la tendría todo aquel fanático de Charly García que frecuentara el Parque Rivadavia y alguna otra cueva entre los 90 y los primeros años de la década siguiente, en la que ya aparecía el CD-R como nuevo formato de soporte para la discografía bootleg. La tapa era una foto de Seru tomada por Andy Cherniavsky en 1981 repartida a medias entre tapa y contratapa. En el frente estaban los rostros de Charly García y David Lebón, y la leyenda “Seru Girán T.M.A. 1988”. Era todo lo que sabía. Pasaron varios años hasta enterarme que esa zapada era la frutilla del postre de un reportaje que escondía una interesante historia.



En marzo de este año, concordando con el mes aniversario de su realización, la editorial Vademécum, que lleva ya 22 títulos publicados dedicados en su mayoría al Rock Argentino, editó La Entrevista imposible. Una tarde con Seru Giran. 9 de marzo de 1988 de Luciano Di Vito y Fernando González. A partir de ahí no sólo el origen de estos audios, sino la desgrabación de la entrevista completa dejó de ser un misterio.

En 1987 Luciano y Fernando eran dos jóvenes amigos y apasionados por el periodismo, la radio y la música. Además eran vecinos del barrio de Palermo, mismo vecindario en donde aún hoy habita Charly García, quién junto a David Lebón, Oscar Moro y Pedro Aznar entre 1978 y 1982 formaron una de las bandas fundamentales que hicieron el nexo entre la era del rock progresivo y el furor de la New Wave. Seru arrancó resistido y terminó bendecido por el público y la historia. Cuatro virtuosos, tres de ellos multinstrumentistas y fértiles compositores e intérpretes. Legaron “No llores por mí Argentina”, “Esperando nacer”, “Eiti Leda”, “Seminare”, “Canción de Alicia en el país”, “Mientras miro las nuevas olas”, “Parado en el medio de la vida”, “Cuanto tiempo más llevará”, “Cinema verité”, “Desarma y sangra”, “Salir de la melancolía” entre otras páginas clásicas.

Pensando de qué manera podrían ingresar con honores al mundo profesional del periodismo y la radio coincidieron en que sería una perfecta idea lograr reunir y entrevistar a Seru Girán.



Me reuní con Luciano Di Vito, hoy ya un consumado productor, periodista y escritor, una tarde en su barrio. El Tolón Café es un lugar habitual y familiar para él. Estamos a metros de donde esta historia empezó. Volvimos al mismo punto en donde tocaron el timbre aquella vez para hacer unas fotos y luego nos embarcamos en la nota ya instalados en una mesa del restaurante que está en la siguiente esquina.

Luciano Di Vito: De lo que me acuerdo es de algo que todavía sostengo a la hora de hacer un laburo. Yo me propuse que el producto que íbamos a buscar fuese digno de ser escuchado. Yo creo que eso es lo que hace a un periodista, a un productor, a un generador de contenido. Vos cuando vas a buscar algo tiene que estar bien hecho. No importa si sos el mejor; tenés que ser bueno. Después otro va a decidir si sos el mejor, pero tenés que ser bueno en lo tuyo haciendo lo tuyo. Eso es lo que nos pasó a nosotros con la entrevista. 

Cuando veo los agradecimientos del libro, tanto los tuyos como los de Fernando González, coinciden en la mención a Omar Chabán ¿Por qué?

Porque en el año 85/86 lo conocimos a Omar Chabán, había abierto Cemento en el 85 y fuimos con Fernando a ver alguna cosa, me acuerdo, y ahí lo conocimos a Omar. Era un personaje de la cultura extremadamente sabio. Un tipo que nos abrió la cabeza, nos mostró la noche. Y no solamente de Cemento sino de otros lugares. Yo iba al cine con Omar; hemos compartido muchas noches. Una noche fuimos con Charly y con Fito, los pasamos a buscar en taxi con Fernando, y tocaron en un piano canciones de Los Beatles. Los dos vestidos de blanco; imagínate en Cemento que era un lugar donde no iba toda la gente que escuchaba, digamos, rock comercial. Llegaron, hicieron doce, catorce temas y se fueron. Y bueno, fue genial y ahí se produjo un encuentro entre Omar con Charly y Fito. Para mí fue inolvidable, y eso fue post reunión de Seru Giran. Fue un lugar muy bueno. Cemento fue un gran lugar para la noche, yo conocí muchas cosas ahí, y a Batato, Urdapilleta. Vi bandas muy buenas; una de las mejores bandas que vi sonando ahí fue Fricción. Vi a Los Redondos, o sea vi una parte de los 80 que fue muy buena, y conocí a muchos artistas plásticos. Mucha gente que estaba dando vueltas en ese circuito que eran Cemento, el Parakultural, y muchos otros lugares que desgraciadamente ya no están, pero que generaron una épica en los 80 muy buena entre lo que era la música, el arte, el rock. Yo creo que era, salvando una enorme, gigantesca distancia, un coletazo de lo que fue el Instituto Di Tella en los 60 con otro matiz, en democracia, con otro sentido. Pero creo que se necesitaba, y además coincidió con un momento político que fue la alegría de la vuelta de la democracia y el comienzo de la oscuridad cuando se empieza a acabar la primavera alfonsinista, y Omar creo que sobrevivió con eso, y hay bandas que le deben muchas cosas; más allá de la tragedia espantosa de Cromañón. Yo me quedo con el Omar que conocí en esos años, y tengo un profundo respeto. Todos perdieron en Cromañón; los que no perdieron la vida perdieron otras cosas. Pero perdieron todos, no ganó nadie en lo de Cromañón. Y creo que Omar fue una pieza indispensable de esa cultura de los 80. Vital en todo sentido.

Fernando y vos estaban estudiando periodismo. Eran muy jóvenes, tenían 20 años, y se proponen conseguir reunir a los ex integrantes de Seru Giran para hacer una entrevista. El hecho de que fueran ellos ¿Fue por el impacto y la importancia que intuían que iba a tener la nota o por el significado que tenía Seru Giran para ustedes?

Eran las dos cosas. Nosotros estábamos estudiando periodismo en un momento en que el periodismo no se estudiaba. Había muy pocos lugares para estudiar, a diferencia de lo que es ahora. Y nosotros estábamos en un lugar, que era Submarino Amarillo, de groupies que nos gustaba el programa, y veíamos pasar a muchos músicos. De hecho, Tom Lupo había organizado un concurso que se llamaba “Ponemos la música” con Soda Stereo y de ese concurso salió “Persiana americana”. Entonces, para nosotros había cierta cercanía con los músicos que venían, y queríamos tener algo que haga la diferencia, que nos abra la puerta. Y no tenía que ser una notita, tenía que ser algo diferente a todo lo demás. Ya estábamos pensando como periodistas. Y ahí surge la posibilidad de juntar a Seru Giran; hicimos una tormenta de ideas con Fernando y dijimos “Mirá, tendríamos que juntar a Seru Giran”. Y a ninguno de los dos le pareció imposible, o sea “Vamos a tratar de hacerlo”. Y bueno, nos llevó tiempo, aprendimos un montón de cosas. Casi se cae, pero la verdad es que pudimos hacer la nota. Pero también pasó que después de hacer la nota no nos creía nadie. Nos creen más la gente ahora que nos ve en el libro que en el momento en que lo hicimos. Fue otro aprendizaje eso.

¿A Seru lo llegaron a ver en vivo?

Yo los vi dos veces. Los vi en marzo del 82 en uno de los últimos recitales, y los había visto un ratito con 13 años en el show de La Rural que fue impresionante. Más que verlos los escuché colgado de un palo de luz. Pude ver algo de eso, fue impresionante. Fernando creo que los vio también una vez. Éramos muy pibes. A veces iba yo a los recitales, sobre todo en Obras. Me tomaba el colectivo 29 y me dejaba en la puerta, entonces podía ir a ver eso. Y La Rural me quedaba cerca, pero no los vimos mucho como para … Hubo que investigar más de lo que podíamos tener nosotros, porque además uno habla de los recitales de esos años y no había muchos registros. Aparecieron mucho tiempo después los registros visuales, orales y hasta algún video perdido por ahí.

Cosa extraña lo de ese recital en La Rural. Fue una multitud extraordinaria y al día de hoy no apareció un registro de audio, al menos aficionado hecho por algún fan. Y en su momento algo pasó ATC en el programa “Música prohibida para mayores”. Sólo hay un par de temas.

Yo me acuerdo de la gente que iba con los grabadores grandes y grababan con eso. Y las entradas te decían “Prohibida la entrada con grabadores y cámaras fotográficas”. Y la gente entraba con lo que podía. Lo que pasa es que en aquella época las cámaras eran muy caras, a nosotros nos pasó. Por ejemplo, cuando nosotros planteamos la nota de Seru dijimos “Bueno, vamos a ver si la podemos grabar en video”. Hubiera sido extraordinario, pero me acuerdo que era un presupuesto abismal en esa época. Era como alquilar cámaras para un casamiento. No existía eso de la cámara freelance; había gente que se dedicaba a eso o gente que se dedicaba a los cumpleaños. Y acá necesitábamos un movimiento, porque el lugar no era tan grande y necesitabas al menos dos cámaras. Entonces cuando nos pasaron el número, era mucha guita. Quedó el audio nomás. Pero no me extraña en los 80, porque eran momentos de los U-Matic en la televisión, de los rollos y los U-Matic, y como no había una concepción de los archivos fuerte en la Argentina, se borraba y se grababa encima entonces hay mucho de eso que se perdió. La Argentina no tiene una tradición de archivo buena.

En los años inmediatamente previos a la nota que hicieron con Seru ¿Eras de salir, ir a muchos recitales?

Cuando terminé el colegio sí. Del 85 para adelante empecé a ir a un montón de recitales. Además de Charly soy muy enfermo de Spinetta; enfermo bueno ¿no? No de los malos. Creo que lo vi más a Luis que a Charly, mirá lo que te digo.

Me gustaba más ir a los recitales de Spinetta porque la gente no cantaba ¿viste que a Luis le molestaba eso? Por lo menos en una época le molestaba mucho. “Escuchen”, decía. Y además porque no te hacia los temas que la gente quería, entonces te obligaba a escuchar. Por ejemplo, me acuerdo de un recital en donde presentó Don Lucero, que nadie entendía nada. Para mí El Flaco fue la luz sobre todo lo demás. También vi mucho a un artista que admiro muchísimo que es Litto Nebbia; Litto me parece la locomotora del tren junto con Almendra y Javier Martínez con Manal. Pero por Luis y por Charly tengo una debilidad grande. Vos a Spinetta lo vas a escuchar hoy, mañana, y te va a abrir un libro, te va a abrir una canción. En cambio, vas a escuchar a Charly y te va a contar la Argentina y qué te pasó a vos.

En 1987 vos y Fernando iban al programa “Submarino Amarillo”. ¿Eran parte de la producción o iban a presenciar como oyentes en vivo?

Íbamos a boludear. Me acuerdo que inventaron una cosa, algo que fue una precuela de internet y de muchas cosas: ellos generaban comunidades en los barrios y los llamaban “Los corresponsales”. Entonces, por ejemplo, había que elegir un barrio y vos tenías que traer todo lo que pasaba artísticamente en ese barrio. Y ahí estábamos nosotros con San Telmo; con Chabán, con el Parakultural, con un montón de cosas que era facilísimo producir porque San Telmo era en ese momento un polo cultural muy interesante. Y entonces una vez por semana teníamos un espacio para volcar lo que nosotros habíamos producido. Creo que eran cuatro minutos, con alguna entrevista, una gacetilla, los lugares para andar. Entonces vos tenías algo que después lo hace el Suplemento Sí, que era toda la guía cultural de los lugares a donde ir. Esto fue antes de que salga el Sí, y fue muy bueno porque el periodismo en esa época estaba en las calles y no en las redes. Vos querías ir a buscar algo y estaba en la calle, querías encontrarte con algo y estaba en la calle. Esa filosofía fue la que nos permitió juntar a Seru, si te ponés a pensar. Fue pensar que estaba todo mucho más cercano, y fíjate qué contradicción: hoy tenés teléfono, pantalla, reloj que te habla, Jefe de Prensa, obstáculos. Tenés todo y está todo muy lejos. Muy complicado. Entonces en esa época era todo, si querés, más fácil y tenías un grado de rebote más duro también. El de ahora no. Asique fue muy interesante, viéndolo hoy, el proceso que hicimos nosotros: contactar a los músicos, contarles la idea, juntar información, el momento de desilusión de no encontrar a Oscar Moro. Después la posibilidad de hacerla; y después el golpe final que fue salir con un extracto en Rock & Pop, en Perú, en Uruguay. Después un extracto gracias a Pipo Lernoud, y guardamos la nota. Literalmente guardamos la nota, hasta que hace cinco o seis años empezaron a llamarnos, no sé si porque se cumplía un aniversario redondo, para hacer notas sobre eso. Y ahí lo conocí a Roque Di Pietro (Nota: Editor de Vademécum) y tardó un poco su edición, por otros motivos, pero el libro salió.

¿Habían tenido algún otro contacto personal o periodístico con alguno de los miembros de Seru antes de que naciera la idea de convocarlos para hacer la entrevista?

No, fue todo directo. La primera vez que hablé con Charly fue cuando toqué el timbre del departamento y me preguntaron quién era, le dije Luciano Di Vito, y me contestaron que Charly no estaba. Y literal, dimos la vuelta manzana: Santa Fé, Billinghurst, Arenales y Coronel Díaz. Toca Fernando: “¿Quién es?”, “González”, “Pasá” y ahí nos abrieron la puerta. Entonces llegamos ahí, estaba Charly solo, o si había alguien no lo vimos. Nos hizo pasar, nos trajo Coca-Cola y alfajorcitos de maizena. Estaba el piano. Todos los discos de plata, platino. Todos ahí. Y nos dice abiertamente “Hola muchachos ¿Qué quieren?”. Buen trato, la mejor. Y ahí le digo “Mirá. No tenemos un medio, no estamos laburando para ninguna radio, ninguna revista: queremos juntar a Seru Girán”. Y yo pensé de todo, Fernando también; que nos iba a sacar cagando. Pero había que hacer el intento. Nos dijo “Buena idea. Si el resto de los músicos quieren lo hacemos. Yo quiero”. Entonces agarra un papelito y nos anota su teléfono y nos dice “Me van avisando”. Te imaginás; salimos de ahí agrandadísimos. En tres días lo ubicamos a David Lebón que estaba en T.M.A. (Nota: T.M.A. era el estudio de grabación y escuela de técnicos de sonido que dirigía Lebón durante la segunda mitad de los 80 en Gascón 648, Almagro). Había muchos músicos ahí, estaba Juan Carlos Baglietto ensayando técnica vocal, y demás. Baglietto, cuando entró por la puerta mientras hacíamos la nota no entendía nada. Estaba todo Seru ahí. Bueno, la cosa es que lo ubicamos a Pedro Aznar, que estaba en la guía telefónica. Lo llamamos y aceptó. Llega diciembre de ese año y todos nos decían lo mismo, “Si los demás quieren hacemos la nota”. Teníamos la confirmación de tres, pero faltaba Oscar Moro. No sabíamos dónde estaba. Lo último que había hecho es haber tocado con Riff. Y buscábamos, buscábamos. Fuimos a los teatros; me acuerdo que hicimos un montón de movidas y no aparecía por ningún lado. Y nosotros dilatábamos la respuesta, entonces los músicos nos empezaban a reclamar “Che ¿Qué pasa con la nota?”. Nos salva diciembre que Charly se iba a hacer una gira a Brasil con Sumo. Un dato que cuando lo conté por primera vez el único que me creyó fue Roque que después lo corroboró. Desgraciadamente la gira no se pudo hacer porque muere Luca Prodan. Igual Charly se va a tocar y nos salva el verano. Entramos en el año 88, el complejo febrero del 88 con el Caso Monzón y en los primeros días de marzo muere Alberto Olmedo. Había conmociones, el país se iba lentamente al carajo. Y una noche nos juntamos en la casa de Fernando, él alquilaba en la calle Paraguay al 2900, y dijimos “Bueno, no lo podemos encontrar por ningún lado a este hombre. Capaz que está en Rosario. No tenemos manera de averiguarlo”. Hoy sería una boludez: grupo de WhatsApp en Rosario y te lo ubican en quince segundos. Y dijimos “Hagamos mañana un último intento”. Y nos fuimos a comprar una cerveza, hacía calor, y escuchamos que alguien detrás nuestro pide “100 gramos de crudo, una cerveza y algo”. Era Moro. Nosotros no lo podíamos creer, la verdad es que no lo podíamos creer.

De lo más increíble de esta historia

Y ahí Moro nos cuenta que se estaba mudando y no tenía teléfono y que le dejemos mensajes en la casa de un amigo que vivía al lado. A partir de ahí llamamos a los demás, se reactivó todo. Habrá pasado una semana, semana y media, había que combinar horarios, y el 9 de marzo hicimos la nota. Charly lo único que nos pidió fue que lo pasásemos a buscar. Lo fuimos a buscar con Fernando y con Sergio Lebán, que es el que compró el rollo, sacó las fotos y todo lo demás. Tomamos un taxi y fuimos a T.M.A. Empezamos a armar, empezaron a charlar un poquito y a los veinte minutos Lebón dice “Che, pero nosotros no hablamos gratis”. Y ahí nos corrió un frio … Me acuerdo que fue Sergio a comprar cervezas y sandwichitos. Siempre me rio porque Héctor Cavallero pagó un palo, dos palos verdes y yo tuve que pagar con un cajón de cerveza, sandwichitos y encima tocaron un rato. Eso fue lo que costó la nota. Eran un grupo de chicos que se estaban volviendo a ver y que la habían pasado muy bien, un clima extraordinario. Es una pena que no nos hayan dado bola con esa nota, y que ningún empresario haya visto que en ese momento estaban en un punto caramelo para juntarse los cuatro. Fijate que Lebón había hecho Nunca te puedo alcanzar, Charly Parte de la religión, Pedro Fotos de Tokyo, y Moro había sacado cinco años atrás el disco con Beto Satragni y había terminado de tocar con Riff. O sea que estaban en un momento ideal de popularidad, de juventud, de fama para volver a tocar. De eso nos dimos cuenta mucho después con los años. En ese momento, y obviamente con el diario del lunes y viendo lo que pasó después en el 92, yo creo que hubiera sido un excelente momento para que ellos se junten y hagan una gira por todo el país. Les hubiera ido de la reputa madre y hubieran grabado un disco mucho mejor de lo que suena Seru 92.

¿Y qué les pasó a ustedes en 1992 cuando ven que Seru Girán se reúne, graban un nuevo disco, tocan? ¿Los fueron a ver?

Yo los fui a ver las dos veces a River. Tuve como un sabor amargo; se notaba mucho la tensión en el escenario. Se notaba mucho que lo querían matar a Charly. Que Charly estaba en un momento de “Soy yo y los demás”. Está la famosa corrida de Moro a Charly con un bate de béisbol, lo quiere matar. En un momento se va todo a la mierda. Y yo creo que los recitales los salva Aznar, que es un poco el que armoniza la música de ese momento.

Charly estaba en un momento muy intenso.

Creo que eso fue lo que le sacó el brillo. Además, una película espantosa, una película horrible (Nota: se refiere a Peperina film dirigido por Raúl De La Torre estrenado en 1995 que incluye temas en vivo de esos conciertos, reportajes e imágenes sueltas del grupo combinadas con escenas actuadas en donde la protagonista es Andrea Del Boca) O sea, me pareció mucha tensión, la película un bodrio y los discos mal grabados. Me dio mucha tristeza el resultado final. Yo creo que ese granito de arena que suma el libro es eso, mostrar que antes del 92 ellos estaban bien y que se podían juntar.

Lo que reavivó en algún momento una quizás posible reunión de Seru fue en el año 2000 cuando salió el cd doble Yo no quiero volverme tan loco con registros de diciembre de 1981 en vivo en el Teatro Coliseo.

Ese fue otro rescate del Parque Rivadavia; Estudios Parque Rivadavia como le digo yo. Lo que pasa es que después Charly elije reunir a Sui Géneris. Yo nunca supe, y mirá que se los pregunté, por qué no se volvieron a juntar de nuevo. Yo creo que hubo algo que quedó mal ahí después del 92. Porque después sí, se juntaron Pedro y David. Y ya después es cuando Charly está complicado ¿entendés? Del 2000 y pico al 2008 fueron años bravos para Charly.

¡Cómo se prepararon para la nota?

Nosotros estudiamos Seru Girán. Fuimos a buscar a las hemerotecas; un grupo de amigos y amigas nos ayudó yendo a los diarios, nos sacaban las fotocopias y armamos una línea de tiempo con reportajes, cosas de las revistas y los diarios. Estaba la revista Pelo, lo que salía en los diarios y no había mucho más. Había un montón de revistas, pero el rock no tenía un lugar preferencial como tiene ahora. Entonces estudiamos Seru Giran 77-82 con las crónicas de los shows que se hacían, con la gente que comentaba un disco, con la revista Humor, con la revista Expreso Imaginario. Fue bueno, porque además teníamos los discos, escuchábamos los discos; y había un telón de fondo que era la Dictadura. Seru existió dos años después de que empiece la Dictadura y termina un año antes que se vaya. Hay un espacio ahí, importante para analizar a un grupo que cantaba un poco más que canciones agradables. “Canción de Alicia” es del 80, “Los sobrevivientes” es del 79, “Desarma y sangra” o la misma “Grasa de las capitales”. Yo creo que hay un mensaje de Seru importante en esos años, que por más que hoy nos parezca si querés, no digo ni débil ni naif, pero fue muy importante en esa época. Y en cuanto a la realización, afortunadamente la grabó Eduardo Bergallo, capo di tutti capi, que la grabó en la consola. Son muy claros los audios de todo eso, muy lindo de escuchar.

¿Cómo plantearon con Fernando la forma en que se iba a desarrollar la nota? Quién hacia cada pregunta o por dónde empezar.

La planteamos cronológicamente, con posibilidad de que se pueda abrir, obviamente. Lo que pasa es que después llegamos y fue otro juego. Salimos con un planteo y resultó ser que ellos estaban muy afilados, muy atentos, muy receptivos, con toda la data encima. Entonces la entrevista se transformó en una charla que nosotros, si lo leés en el libro se ve, tratamos de volver para buscar mojones de tiempo de referencia. Pero la verdad es que fue así, el planteo quedó por la mitad, y por suerte quedó por la mitad porque ellos pusieron mucho más de lo que nosotros hubiésemos pensado de lo que iban a contestar.

¿Llevaron las preguntas escritas?

Llevamos una ayuda memoria leve de referencia. Leve, o sea unas diez líneas. Porque, calculale, nosotros veníamos con seis meses estudiando Seru Giran entonces hacíamos resúmenes, después fichas y después lo resumíamos en diez líneas. Teníamos bien claro lo que queríamos ir a hacer, pero ellos nos superaron, nos ayudaron y la verdad es que el gol es de ellos.

Está muy buena la nota, porque no solamente se habla de Seru Girán sino que también se habla de las carreras solistas, hasta ese año, de cada uno de los cuatro.

Claro. Fijate que por mucho tiempo los cuatro, o si querés los tres, estuvieron mucho tiempo sin grabar temas de Seru. Los hacían cada tanto en los shows, pero no hacían muchos temas de Seru. Recién entrados los 90. Era como que Seru había quedado a un costado; después empieza a venir con más fuerza. Es como que la gente se dio cuenta, después del 92, de que había existido Seru Giran.

En la entrevista que hicieron David decía que de vez en cuando hacia algún tema de Seru en sus shows y Charly decía que él tocaba “No llores por mí Argentina”.

Exacto. Pero hay otros temas, por ejemplo “El mendigo en el andén”, que no los vuelven a hacer sino hasta mucho tiempo después.

Ese tema del primer disco, David dice en medio de la zapada post-entrevista que no se acordaba de esa canción. Igual la tocaron.

La zapada fué muy especial porque tocaron con los instrumentos con los que estudiaban los chicos, no eran los instrumentos de ellos. Lebón, si querés, tenía una guitarra un poco más afinada porque era lo que daba él, pero la batería era una batería de estudiante. Ahí se ve, en el retiro de tapa del libro el tecladito que usa Charly, o el bajo que usa Pedro. Y en la zapada se escucha cómo van afinando. Lo de tocar lo propone David porque sabe que tenían los instrumentos. Nosotros no sabíamos que atrás había una suerte de lugar en donde estaban la batería, el bajo, y se podía tocar. Esa zapada a mí me llegó en los 2000.



Eso a mí me pareció raro, que no tuvieran esa grabación, uno de los bootlegs más conocidos desde los 90, junto con la entrevista que hicieron.

No, porque los músicos no querían. Me miraron Lebón y Charly y me dijeron: “No se te ocurra grabar esto”. Y claro, yo a los 20 años “Si, papá”. Pero Eduardo lo grabó. Y después, pasan doce o catorce años, y un día me llama Lautaro Pavia, que es un amigo, y me dice “Mirá, te tengo que devolver algo que es tuyo”. Y yo pensé “Un chorro me está llamando, me afanaron algo …”. “No, es la zapada de Seru”. Vino a casa, nos encontramos y me dijo “Esto es tuyo, te lo tengo que dar porque está dando vueltas en el Parque. Es la zapada de Seru Giran”. ¡Me caí de culo! Era lo que se conocía de aquella reunión. También contribuyó mucho al mito, porque quedó como “Reunión secreta”. Y la verdad es que esa reunión no fue secreta; salió en Rock & Pop, salió en todos lados. Lo que pasa es que después se olvidaron y la gente empezó a pensar que era una reunión secreta. Mario Pergolini lo vendía: “se juntó Seru Giran”. No, mentira. No se había juntado, era esa nota. Y nosotros guardamos la nota, pero porque nadie la venia a pedir. No era que no la quisiéramos pasar.

Incluso cuando Sergio Marchi escribió el libro biográfico de Charly “No digas nada”, en donde aparece un fragmento de la entrevista ¿no te pidió la nota entera?

Lo de Sergio se dio una cosa que digamos; vivíamos en el mismo edificio, en el mismo piso. Entonces compartíamos mucho, pero él me pidió un extracto y yo le di un extracto. Él escuchó la entrevista, eh. Yo le di para que escuche, el escuchó, y tomó un extracto. Y después la nota quedó guardada. Hicimos un muy lindo programa en 2018 con Ingrid Beck y Adrián Korol, que lo llamaron a David y no se acordaba de la reunión. Pero después se le empezó a aclarar un poco más la mente. Estuvo bueno. Después, Fabián Mazzoni, de la Radio Pública Moreno, también. El amigo Blako de Radio Nacional. Fueron tipos de la radio que se fueron acordando cada tanto. Me llamó mucha gente del interior también. Yo los atiendo a todos, por el tema de que para mí fue mi entrada al periodismo. Fue muy bueno, muy divertido. Y para mí esto cierra esa etapa ¿entendés? Estaba ahí la entrevista, alguien tenía que hacer algo. Así que bueno; Roque (risas).

En el libro tenemos la transcripción completa de la nota, pero hay tonos, momentos, respuestas que uno no llega a saber de qué manera se dieron porque justamente uno la está leyendo y no escuchando. En algunos momentos parece que a Fernando lo toman un poco de punto; en algunas partes Lebón, en otras Charly y, sobre todo, Aznar. ¿Cómo fue eso?

Yo nunca lo reparé así. Me lo han comentado eso, pero yo nunca lo reparé así. A mí me pareció que estaba en el tono picante de la entrevista, cuando empiezan a hablar de la separación de Seru, o alguna cosa así. Por ahí era el estilo que tenía Fernando en ese momento, pero hubo buena onda. No hubo una cosa de ánimo adverso; yo lo tomé más en joda que en serio. Pero creo que esa época era un poco así también. Viste que hoy decís algo y la gente se ofende. No hablo de falta de respeto, pero te enojas con algo y hay mucho cristal dando vueltas ¿viste? Es difícil. La corrección a veces también es un problema. Y eso, me parece, que le hizo perder fuerza al rock; el rock era mucho más incorrecto antes que ahora. Pero bueno; estoy haciendo un comentario de viejo (risas).

Y la nota nos trae cosas de las que se hablaba en ese momento, por ejemplo, del reclamo por parte del público con respecto al precio del maxi simple “Tango” de Charly y de Pedro porque traía seis temas pero lo vendían a precio de un long play, o cuando se habla de la gira que hicieron para presentar ese disco.

Yo me acuerdo de la presentación en Paladium, que fuimos con Fernando año 86, y fue buenísimo. Fue una de las mejores cosas que yo vi también ahí en Paladium, ese lugar hermoso que era del papá de Narda Lepes. Un lugar extraordinario. A mí me parece que una cosa son los músicos; y el problema es que ganaron las discográficas. Hoy los artistas casi no sacan discos, sacan temas. En ese momento, casi cuarenta años atrás, la batalla estaba tensa. Había que sacar muchos discos. En esa época me acuerdo que salió un picture disc de Fito Páez, de Michael Jackson. Había intentos de que prevaleciera el LP, y cuatro años después llegaba el CD. Entonces me parece que las discográficas ganaron el partido desde todos los formatos, y a lo mejor en ese momento sacaron Tango porque eran seis temas, y había que sacarlo. No había más. Lo que pasa es que este es un país que creció siempre con inflación, entonces hoy vale un dinero comprar un disco y hace cuarenta años valía menos, podías comprar discos. De hecho, la gente tenía muchos discos. Hoy en día te gastas setenta, ochenta lucas en un LP. Es mucha plata. Y además tenés que tener un equipo, y si no lo tenés bien cuidado lo tenés que mandar a restaurar. Hoy el vinilo es un objeto caro. También tenés lo digital, que cada vez es mejor en sonido pero no es lo mismo; y está volviendo el CD. Pero el telón de fondo es de quienes son los derechos de autor de todo eso. Vos leés que Bruce Springsteen vende por 500.000.000 de dólares su catálogo musical. Todavía no llegó eso acá, pero ¿cuánto vale el catálogo musical de Charly? ¿Cuánto vale el catálogo musical de Spinetta? O de Moris, o de Nebbia. Yo creo que las discográficas siempre plantean también eso de “te voy a sacar seis temas. Compralo y si no te gusta no lo comprés”. También estaba la ventaja de que antes podías grabar el disco; se lo compraba un amigo y grababas el disco. Hoy vas al teléfono y lo tenés en el teléfono.



La disposición para la realización y registro de la nota ¿Cómo fue? Estaban en el estudio, Bergallo grabando …

Eduardo Bergallo grabó todo porque tenía una consola hermosa. Ahí quedó todo el testimonio de la reunión, nosotros ya lo teníamos. Teníamos la entrevista con un sonido impecable, y no teníamos la zapada. Y ahí es cuando en el 2000 y pico lo conozco a Lautaro y se cierra el círculo de lo que había sido la nota. Fijate que la entrevista duró cuatro horas y pico. El otro día me decía alguien que contó las preguntas: son 108 preguntas (risas). Ahora empiezan las autopsias de la entrevista ¿viste?

La zapada está editada; porque algunos de los temas vienen o se van en fade, alguna canción que se corta ¿Está completo todo lo que tocaron aquella vez?

Si, está completo. Está completo porque, por ejemplo, el tema que se corta lo cortan ellos. Hay un tema que se baja el sonido porque hay un acople. Hay una cosa que es que tratan de buscar un buen sonido y fíjate que no lo encuentran. En muchos lugares satura. Yo le hice, después con los años, una masterización a eso pero igual … Era sonido directo. 

Hay una complicidad que se mantiene entre ellos. Casi todos los temas los cierran con un “¡Hey!” y risas.

Si, claro. Ese ¡Hey! era una referencia para terminar el tema. Al no ensayar contaban tres y terminaban.

De las dieciseis pistas que hay en la grabación sólo cuatro canciones son de Seru. Después hay Beatles, Rolling Stones, o temas como “Kansas City” o “The great pretender”.

Ese es el juego. Ahí, si te fijas, se adelantó lo que hizo Charly después; empezó a grabar Beatles. Pedro también. Lebón grabó “Blackbird” hace poco. Yo creo que fue todo para adelante.

¿Quién fue el que pidió desde el control que tocaran “Esperando nacer”?

No me acuerdo de eso. Yo le pedí a Lebón “Viernes 3 A.M.” y me dijo “En esa no toco, boludo” (risas). Y muchos años después la grabó.



Muchas gracias Karina Nisinman, Luciano Di Vito y Roque Di Pietro.

Fotos de “La entrevista imposible” Sergio Lebán.

Texto, entrevista y fotos en la puerta de SNM: Sebastián Matatagui


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