El concierto de Virus en el estadio Luna Park estuvo
dividido en dos partes. Como los cassettes, como los discos de vinilo, como los
partidos de futbol. Lo separó un breve intervalo de no mucho más de cinco
minutos, que simplemente fue como presionar “pause” (como en la reproducción de
una canción en compact disc o plataformas digitales) exactamente en la mitad
del set list y sin que a la vuelta haya alguna modificación técnica o variación
de estructura. Todo continuó su curso tras el descanso para arremeter con la
parte suplementaria de una noche, la más importante desde su regreso, de esta
formación de la legendaria banda iniciada en La Plata.
La música en el emblemático recinto del bajo porteño
se inició un cuarto de hora antes de las 21 con la performance del grupo
Literal, quienes hicieron material propio y versiones, como “El tren de las 16”
de Pappo´s Blues y “Los juguetes y los niños” de Vivencia.
Tras una prolongada introducción con música incidental
y sin que las pantallas proyectaran imagen alguna subió al escenario Virus:
encabezados por los hermanos Marcelo y Julio Moura y el baterista Mario Serra.
Ellos, tres de los seis fundadores del grupo en el año 1981, son los que
representan esta nueva versión en afiches, flyers, remeras del merchandising
oficial y el programa que entregaron al público los acomodadores. La banda la
integran también Ariel Naón en bajo, cello, teclados y coros, Patricio Fontana
en teclados y Agustín Ferro en guitarra y coros.
La historia de Virus está signada para siempre por
Federico Moura, por voz, presencia, conceptos, imagen, composiciones. Uno de
los más grandes referentes musicales de los creativos, acelerados y siempre
evocados años 80. Con su pérdida, un golpe emocional de por sí fuertísimo para
el grupo, Virus tuvo que seguir adelante. Mientras grababan “Tierra del fuego”
en la segunda mitad de 1988, Federico agonizaba de la enfermedad que se
cobraría su vida el 21 de diciembre de ese año. Comenzado 1989 el disco llegaba
a las bateas y presentaba por primera vez a Marcelo Moura como cantante
principal. Ese primer ciclo se cerraría en el estadio River Plate, cuando la
banda actuó como telonera de David Bowie el 29 de septiembre de 1990, en lo que
fue la única despedida oficial en la trayectoria de la banda.
En marzo de 1994 el grupo volvería a reunirse. Por un
par de actuaciones el baterista siguió siendo Mario. Una reformada versión
regresó a estudios para publicar el cd “9” en 1998. De los 80 continuaban
Marcelo, Julio, el guitarrista, tecladista y compositor Daniel Sbarra (que
hasta 2015 siguió siendo parte de Virus) y Enrique “Kike” Mugetti. En teclados
estaba el hoy también integrante Patricio Fontana.
En este nuevo milenio Virus tuvo tres publicaciones
discográficas: el simple Todo gira al revés/Mondo bongo (últimas grabaciones
que incluirían a Mugetti), “Caja Negra” con una gran parte grabada en vivo el 1
de junio de 2006 en el Teatro Coliseo y cinco novedades en estudio de las
cuales el grupo difundió en su momento en medios “Autores chocaditos”. Ya
estaba Ariel Naón en bajo.
El hasta ahora último lanzamiento fue “30 años de
Locura” grabado en el Teatro Opera el 22 de agosto de 2015, que a su vez fue el
anteúltimo show antes de un silencio grupal de más de 6 años y en cuyo transcurso
tanto Julio como Marcelo debutaron con sus respectivos discos solistas.
En esta vuelta, consumada el 30 de abril del año
pasado dentro de la primera fecha del Quilmes Rock y anunciada como gira
mundial, el grupo se propone repasar su trayectoria y celebrar con sus éxitos,
esos que nunca dejaron de sonar durante todos estos años y que los convierten
en uno de los grupos más versionados del Rock Argentino.
Hablaba unos párrafos arriba de la importancia y lo
fuerte de la presencia de Federico Moura, incluso a casi 35 años desde su ausencia
física. Ese es quizás el mayor problema al que se suele enfrentar Virus; el
tono, los matices de Federico están muy arraigados en todos sus oyentes (sólo
por hablar de uno de los aspectos más importantes que representaba). Cualquiera
que tome el micrófono para asumir la voz de estas canciones tiene una tarea muy
difícil. El sonido siempre va a ser distinto y va a sonar a “otro Virus”.
En esta oportunidad los hermanos Julio y Marcelo Moura
afrontaron juntos el liderazgo compartiendo ese rol tan fundamental.
Así es como pasadas las 21,30 Julio entonó los versos de “Densa realidad” en su versión del disco en vivo de 1986.
Le siguieron “Tomo lo que encuentro” y “Sin disfraz”
del disco Locura (a lo largo de la noche recorrieron los ocho temas que
componen ese trabajo que marcó un antes y un después en la historia de Virus y
que los llevó a ser una de las bandas latinoamericanas más importantes de su
tiempo).
“Dame una señal”, cantada por Julio Moura alternando castellano
y portugués, presentó algunos acoples de sonido. En general durante los temas
iniciales se notó cierta contención desde el escenario, un espíritu un poco más
frio que el que proponía el público, no por eso dejando de desempeñar bien su
función cada músico. Marcelo, además de cantar sus partes ya se había hecho
cargo de algunos pasajes en uno de los teclados, más adelante tocaría también
guitarra acústica y pandereta.
Una primera sorpresa en el set list fue el rescate de “Loco
coco”, canción perteneciente al disco debut “Wadu Wadu” y que en su momento dio
lugar a uno de los primeros video clips de la banda. Continuó “Superficies de
placer”, calipso y composición clásica del repertorio. Agus Ferro se luce en la
guitarra acústica a la izquierda del escenario.
Marcelo se dirige al público y presenta al primero de
los dos artistas invitados que tendría la noche. En este caso era el turno del
cantante de Estelares Manuel Moretti quien sumó su voz a “Me puedo programar”,
original del disco “Relax” y en donde la gente aplaudió en el estribillo
siguiendo los “Uo oo” del coro del tema.
Unos toques de batería programada introdujeron la
balada “Que hago en Manila”, con Julio en voz, y un coro de Luna Park lleno que
no le erró a una letra del romántico estribillo.
Siguieron dos “lados B” aunque temas muy apreciados
por los fans de Virus. Pertenecientes al disco “Superficies de placer”, el
último que el grupo publicó con Federico al frente, tocaron “Polvos de una
relación” y “Ausencia”. Dos gemas en toda regla.
Y llegó el momento de uno de los más grandes clásicos;
infaltable e inoxidable. Uno de esos temas que identifican sin dudas un momento
del Rock Argentino, uno de sus mejores momentos en los 80; llegó “Imágenes
paganas”. Gran momento en todo el estadio.
Entonces fue como si se produjera un cierre de capítulo dentro
mismo de la primera parte porque llegó uno de los momentos más especiales de la
noche.
No tenía la seguridad de si esto iba a ocurrir, pero
pasó y en mi opinión fue acertado, con altura y no apelando al golpe bajo o a
la sensiblería: Virus volvió a tocar con Federico Moura. Fede apareció en la
pantalla, con su voz aislada de la grabación original, mientras Virus 2023
hacia el acompañamiento. Fue acertado también que la primera canción que se
presentaba de esta manera no fuera uno de los más grandes clásicos sino la
notable balada “Dicha feliz”. Me sonó mucho más real y nada forzado, a
diferencia de otros espectáculos que vi en el que se hizo algo similar con
músicos fundamentales en el seno de un grupo y que ya no están presentes.
Luego de esta emotiva caricia Marcelo anuncia que cada
uno de los líderes de Virus va a tener un momento íntimo para compartir con el
público. El primero lo tuvo a él cantando un tema muy especial dentro del set
list: “Despedida nocturna”, tema perteneciente al álbum “Tierra del Fuego”
(única canción que tocaron de ese trabajo) y que, como todos saben, fue un
homenaje que le hicieron a Federico compuesto y grabado cuando él atravesaba
sus últimos meses. Conmovedora versión con destacados arreglos de Patricio
Fontana en teclados y Ariel Naón en cello.
El momento de Julio con el público fue también el
cierre de la primera parte del recital. Julio Moura lució en todo su esplendor
su virtuosismo con la guitarra y se lanzó a una despojada versión de “Transeúnte
sin identidad”. Otra sorpresa de la noche.
Pasado el intervalo del que les hablé comenzada esta
nota fue Mario Serra el que se ganó completo el gran escenario, las luces y las
pantallas haciendo un solo de batería. La conexión absoluta que tiene con la
gente fue más que palpable. La vitalidad, la alegría y la entrega de quien aún
hoy es baterista de Aguirre y de Hey así como lo fue de Charly García, Las
Violetas, Los Prados entre otros, también.
Nuevamente con la banda en pleno y con Julio en voz líder
revisaron otra perla oculta en el cancionero de Virus; el final de “Agujero
interior”, tocaron “Los sueños de Drácula”.
Iniciaba después el viaje definitivo hacia la fiesta
total. La puesta en acción del cuerpo que todos querían encontrar este viernes
a la noche y más que esperable ante tamaños anfitriones. La tecnología una vez
más nos devuelve a Federico, y esta vez con el agregado de que se suman en
voces Marcelo y Julio y así es como los muestra la gran pantalla central. Con
un riff de teclados inconfundible, enérgico y altamente motivador llegó “Amor
descartable”. Dentro del coro potenciado por 6000 personas se escuchaba entre las
frases del estribillo eso de “chúpame un huevo …” (etc) que el público de
mediados de los 80 cantaba aportando su cuota de humor dentro de ese clásico
de “Relax”.
Siguieron “Desesperado secuencia uno”, también de Relax
y con Marcelo en primera voz, y “Lugares comunes”, también una joya ochentosa
aunque sea el tema menos visitado del multivendido “Locura”.
Momento del segundo invitado y Marcelo presentó a
Benito Cerati, hijo de Gustavo y líder de Zero Kill. Compartieron la voz en “El
probador”, aunque hay que admitir que el platinado Benito tuvo más escena
recorriendo y arengando que interpretando el tema cuya letra parecía conocer
sólo en parte.
Ariel Naón pulsó las cuerdas graves para anunciar el
inconfundible “Destino circular”.
Nuevamente la pantalla compite en protagonismo con los
músicos presentes, porque Federico irrumpe diciendo “Hay que sacarse la ropa
interior”. Si, empezaba “Hay que salir del agujero interior”, con el canal de
voz tomado del “Virus vivo” de 1986 y con una frase inicial, al igual que la
que comenté en “Amor descartable, que partió del ingenio del público que vio a
Virus en sus primeros años.
Imposible sentarse porque ahora llega “Wadu Wadu”
clausurando oficialmente el recital.
¿Quién podía querer irse en ese punto y quien podría creer
que se había terminado? Faltaban un par de infaltables, valga el juego de
palabras.
La banda volvió para los bises más esperados y se
zambulló en el primer tema de “Supèrficies …” tocando “Mirada speed”, con los
hermanos Moura repartiéndose las estrofas y Marcelo haciendo los característicos
sonidos en teclados.
El himno de “Locura” que faltaba llegó y sonó “Una
luna de miel en la mano”, con caramelos de miel volando desde la platea y todo.
Restaba que hiciera su presencia musical la hija de
Rainiero, infaltable cover perteneciente al rock de la península ibérica pero
que por corazón adoptamos desde esta parte del planeta gracias a Virus. La
noche se despedía con “Carolina” empalmada con la parte final instrumental de “Que
hago en Manila” a modo de coda.
Con mucha alegría, aplausos y ovaciones la gente
agradeció a Virus este repaso por buena parte de su trayectoria. Era la primera
vez que tocaban en el estadio Luna Park y la segunda parte definitivamente
levantó cualquier mínimo desperfecto que pudo haber aparecido en la primera.
Marcelo Moura agradeció el apoyo incondicional del
público que los siguió a lo largo de tantos años. Final feliz, dicha feliz para
un concierto al que le sobraron las butacas en la platea. Con semejantes temas
irrompibles hay baile para rato.
Sebastián Matatagui
Comentarios
Publicar un comentario