ACUSTICAZO 50 ANIVERSARIO: CANCIONES Y GENERACIONES

 

La magia de un concierto, donde la música elevada por los artistas recibe la respuesta inmediata de un auditorio dispuesto y sensible, alcanzó anoche en El Acusticazo 50 Aniversario una nueva cumbre digna de ser recordada.

A manera de homenaje al trascendental Acusticazo original, realizado en el Teatro Atlantic el 16 de junio de 1972 y que tuvo su registro en la primera placa en vivo de la historia del rock local dos meses después, se hizo una reedición convocando a algunos de los músicos que estuvieron en el festival original, otros contemporáneos que participaron por primera vez y algunas bandas y solistas de generaciones posteriores, incluyendo músicos que debutaban sobre un escenario en ese mismo momento.

Litto Nebbia fue quien coronó una gran noche de buen sonido y remarcable organización que alcanzó las cuatro horas de duración. Litto es uno de los originales de aquel concierto del invierno del 72 e interpretó dentro de su set el “Vamos Negro” que en aquella oportunidad hizo junto al percusionista Domingo Cura. Con la tranquilidad que lo caracteriza y una voz en notable forma Litto se acompañó únicamente por su guitarra acústica. Transitó otro tema entrañable de aquel año, y que quedó inmortalizado en la película “Rock hasta que se ponga el sol”, también con Cura en acompañamiento, “El bohemio”. No menos entrañables fueron “Canción del horizonte”, “Mañana” y “Sueña y corre” (estas dos últimas de Los Gatos). Incluyó una canción que estuvo inédita muchos años pero que corresponde a la época de Huinca “Canción para los inocentes” y cerró con “La Balsa”, de la cual no hace falta que haga mayores comentarios.

Otro músico del Acusticazo del 72, uno de los artistas que tuvo su debut discográfico en el álbum en vivo editado de ese evento que vio la luz hace cinco décadas, fue Raúl Porchetto. Él no remitió a su repertorio de aquella noche. Hizo clásicos como “Metegol”, “Sentado en el umbral de Dios”, “Guardame estas mañanas” y “Noche y día”. Se mostró agradecido al público y especialmente a Daniel Ripoll, director de la Revista Pelo y organizador de los festivales BA Rock y la serie de shows entre los cuales estuvo el Acusticazo, por darle una oportunidad inicial tan importante en su carrera.

Adrián Bar, histórico guitarrista quien a lo largo de los años integró Orion´s Beethoven, Orions, Triciclos Clos y Adrián Bar & Amigos, hizo un mini set con Hugo Bustamante en voz, Ricky Alonso en cajón y él mismo en guitarra y voz. Su cierre con “Hasta que salga el sol” fue uno de los momentos de mayor participación del público.

Roque Narvaja recordó el comienzo de su trayectoria tanto con La Joven Guardia como en su faz solista. Abrió su participación con “Traigan vino” de su emblemático “Octubre (mes de cambio)”, long play editado el mismo año y por el mismo sello, Trova, que el Acusticazo. La parte final de su sección la hizo con un seleccionado de sus éxitos españoles: “Yo quería ser mayor”, “Santa Lucia“ y “Menta y limón”. Y si “La Balsa” fue el primer gran éxito del beat y del posteriormente denominado Rock Argentino, no cabe duda que el segundo suceso de la música joven en Argentina, año 1968, fue “El extraño de pelo largo” por La Joven Guardia que Roque y Enrique Masllorens compusieron en conjunto. Ese fue el aclamado final de su sección. Todo un acierto la convocatoria de un grande como Roque; gran cantante y notable guitarrista que aquí se presentó con su banda

En los últimos meses se realizaron dos funciones en esa misma sala del Auditorio de Belgrano homenajeando los, también, 50 años que se cumplieron de la obra maestra de Vox Dei “La Biblia”. Ricardo Soulé, uno de sus autores y músico fundacional del Rock Argentino, no había sido parte en aquellas ocasiones, pero esta vez sí se sumó a esta propuesta y el público pudo escuchar en su voz “Profecías” o “Libros sapienciales”, junto con otros clásicos como “Ritmo y blues con armónicas”, “Sin separarnos más”, “Prométeme que nunca me dirás adiós” y cerrando con otro himno de nuestro rock como es “Presente”.

Soulé alternó guitarra y violín a lo largo de las canciones que hizo junto con una banda compuesta por dos guitarras y contrabajo. Junto con Litto Ricardo Soulé fue de los músicos más ovacionados de la noche.

Anibal Forcada (Oveja Negra y por muchos años bajista de la banda de León Gieco), subió a escena con Claudia Florido y Mariana Macchiarola. Él estuvo en el Acusticazo del 72, pero del lado del público. Ese concierto fue determinante para él quien siempre adoró los sonidos acústicos. Su set se compuso de los temas “Peligro de hongo” y “Canción de los plomos”, cuya versión más conocida es la que canta León Gieco en la película Buenos Aires Rock, aunque también formó parte del repertorio de Oveja Negra y, anteriormente, de Anagris, dúo que hicieron Anibal Forcada y Claudia Puyó en los 70.

El tercer músico que formó parte de la grilla del primer Acusticazo es Miguel Krochik. Hizo tres canciones, acompañado por Carlos Damiano, ambos en guitarra y voz. La frutilla de la torta fue “Guilmar”, a mi criterio el tercer puntal de aquel concierto y disco, junto con “Hombres de hierro” de León Gieco y “Vamos negro” de Litto Nebbia.

Alguien que conoce muy bien la cultura rock desde hace más de cuarenta años, por vivirla y por su profesión de periodista es Claudio Kleiman, quien hizo su performance junto con el guitarrista Ramón de La Vega, integrante de su banda Claudio Kleiman y La Banda de Sonido. Hizo “Cansada versión (de mi)” y destacó el “Boggart Blues” que compuso con Skay Beilinson. Kleiman subiría después en el set de Anibal Forcada para aportar guitarra slide en “Canción de los plomos”.

Majo Castro vino especialmente desde Trenque Lauquen para ser parte de esta nueva versión del Acusticazo. Impuso su pulso bluesero acompañada por un guitarrista y sorprendió por su potencia. El solista Miguelion, el segundo artista en tocar, también logró un clima muy especial con sus temas y su guitarra. Se presentaba por primera vez en un teatro y su propuesta como cantautor fue muy bien recibida.

El fuego sagrado fue abierto poéticamente por el escritor Rodolfo Edwards y musicalmente por Santiago Vaina y su banda, quienes aparecieron en cuanto se abrió el telón por primera vez diez minutos antes de las diez de la noche. También tuvieron una buena performance con un sonido agradable realzado por la fuerza vocal de Vaina.

El anteúltimo artista en tocar fue Jorge “Vikingo” Martínez quien, acompañado por un tecladista, hizo una versión de “Instituciones” de Sui Géneris y cerró con un tema propio “Desaparecidos”. Al igual que en la función de “La Biblia” de pocos días atrás, presentó uno por uno a todos los músicos participantes y a quienes trabajaron en la producción. También contó que se dio el lujo de cantar en camarines “Algo de paz” junto a Raúl Porchetto, un tema que no fue tocado en el escenario.

“Vikingo” dio paso a Daniel Ripoll, el creador y productor de tantos shows históricos para el rock de este país. Quien fue por treinta años director de la revista Pelo contó un cuento. En él se animaba a no desconfiar de la gente que escucha música por extraños que sean. Algo de eso es posible que haya. Lo cierto es que esta fue otra noche para el recuerdo. Reconforta ver el respeto que se les tiene a los grandes que hicieron tanto por nuestra música. Que cada vez se tome más consciencia del valor de un Nebbia, un Soulé, un Roque Narvaja o un Porchetto por nombrar algunos casos. Felicito al productor Jorge “Monitor” Rodriguez que es quién más está haciendo por la realización en los últimos años de estos conciertos-homenajes-fiestas-reconociemientos hacia los protagonistas del Rock Argentino.

Cincuenta años después las canciones siguen siendo las mismas y el significado también. Varias generaciones, como las que se dieron cita anoche, dan muestra de eso.


Sebastián Matatagui


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