Es febrero de 2012 (casi 10 solitarios años ya). Una
noticia que un músico y compositor argentino de los más iluminados de la
segunda mitad del siglo XX había difundido menos de dos meses antes a través de
una red social, terrible noticia acerca de una cruel enfermedad, había dejado a
sus muchos admiradores preocupados, consternados, desolados, pero con fe en el
milagro. El 8 de febrero se apagó la última esperanza y todos nos enterábamos
con muchísimo dolor que Luis Alberto Spinetta, el Flaco, había partido de esta
vida a los 62 años.
En la provincia de Córdoba, Jorge Kasparian, de oficio
serigrafista textil y apasionado spinetteano desde los 15 años, sintió el dolor
por la repentina ausencia física de su ídolo. A partir de ahí craneó un
reconocimiento a su gran maestro involucrando su oficio y la obra del Flaco. Ya
había un antecedente; en el año 1996 había impreso en tela un libro bautizado Supercheria, título de una canción del
disco Artaud, fundamental obra
spinetteana del año 1973, un collage con trabajos de artistas plásticos amigos
de Jorge. En 2014 el tributo tomó forma definitiva y se hizo realidad La biblia spinetteana, una obra de 240
páginas impresas en tela y serigrafía plasmando la obra poética del autor de
“Plegaria para un libro dormido” a lo largo de 4 tomos y en una edición
limitada a dos centenares de ejemplares que fueron regalados por su autor a un
seleccionado grupo de personas.
Esta acción lo hizo ganar una inesperada fama y su biblia devenida en objeto de culto,
saltó a la consideración de miles de fans a través de comentarios y una página
en Facebook.
Fue así que en 2015 Kasparian aceptó hacer radio y
puso al aire La biblia spinetteana.
El programa, compartido con el periodista José Avila y el periodista y músico Martín
“Tincho” Siboldi por la FM de la Radio Universidad Nacional de Córdoba, se
centró, claro, en la obra del Flaco abarcándolo a través de sus discos y con
entrevistas a quienes fueron parte de la dimensión spinetteana en lo
profesional y en lo personal. Entre el 16 de mayo de 2015 y el 22 de abril de
2018 se llevó a cabo la primera etapa de “la búsqueda de la estrella” para
Jorge. Dialogó con personas que figuraban en los créditos de los discos que
tanto escuchó. Algunos a los que desconocía por completo, otros a los que había
visto desde el lado del público. Familiares, amigos del Flaco, entre otros
componentes del mundo Spinetta.
Nombres como Héctor “Pomo” Lorenzo, Guillermo Arrom,
Juan del Barrio, Paul Dourge, Dhani Ferrón, Osvaldo “Bocón” Frascino, Jota
Morelli, Frank Ojstersek entre muchos más contaban su historia con Luis de una
manera cercana, cálida, emotiva, sentida.
La presentación de este libro llevó a Jorge Kasparian
por distintos puntos del país. En Ciudad de Córdoba, por ejemplo, lo presentó
en La Capilla del Paseo del Buen Pastor el 11 de abril de 2019, junto con
Tincho Siboldi, el editor Roque Di Pietro, el pianista Guillermo Di Pietro y el
legendario Mario D´Alessandro, el “Pototo” de la canción del primer simple de
Almendra. En Buenos Aires lo hizo en La Cúpula del Centro Cultural Kirchner el
6 de junio, en una mesa redonda con Juan Carlos Diez, La Vieja Barrios, Pototo,
Roberto Mouro y Pomo Lorenzo.
A la par de que esto pasaba algunos ya vestíamos
alguna de las remeras con las tapas de los discos de Spinetta y cada una de sus
eternas bandas que Jorge imprimía en su taller en Córdoba.
En marzo de 2020 el mundo se vio castigado por una
inesperable y terrible pandemia, no obstante, para la segunda mitad de ese año
Jorge pudo concretar la segunda versión de La
biblia spinetteana y editar su libro de relatos llamado 333.
En octubre de 2021 llegó a las librerías Luisito volumen 2, Nuevas conversaciones con
la galaxia spinetteana. Manteniendo la esencia de la primera parte, pero
con material exclusivamente preparado para este libro. Se incluyen además
algunas pocas fotos de material de memorabilia. Entre los entrevistados, esta
vez, figuran ilustres como el siempre recordado Rodolfo García, Emilio del
Guercio, Machi Rufino, Ricardo Miró, Leo Sujatovich, Isabel de Sebastián,
Juanse, Rudy Pensa, Tweety González y más nombres entre los que figuran algunas
personas que son casi un secreto, por su perfil bajo, incluso para los más
conocedores de la vida de Luis.
En su prólogo Jorge Kasparian afirma que con esta
segunda entrega se completa la “saga de los Luisitos”, por lo que me pareció
adecuado escribir unas palabras sobre estos dos valiosos libros y aprovechar
para hacerle una nota a su autor. En este caso quién nos contó su vínculo
personal y musical con Luis Alberto fue él.
Los dos volúmenes completan un relato coral sobre el
Spinetta, músico, sobre el Spinetta amigo, sobre el Spinetta compañero, sobre
el Spinetta anfitrión, sobre el Spinetta cocinero, sobre el Spinetta generoso,
sobre el Spinetta amante de los autos, sobre el Spinetta con dificultades
económicas, sobre el Spinetta creador, sobre el Spinetta humorístico, sobre el
Spinetta dibujante entre otras facetas.
Leyendo las notas uno se acerca muchísimo a un hombre
mágico, sabio, sorprendente, indescifrable pero no por eso menos humano,
valiente, en algún momento frágil, alegre. Muy sensible y perceptivo. Muy
talentoso, activo e iluminado. Es el velo que corren algunos de sus músicos más
conocidos (Rodolfo García, Guille Arrom, Juan del Barrio, Emilio del Guercio,
Pomo entre otros), otros menos difundidos (Matías Méndez, Marcelo Novati,
Martín García Reinoso), amigos que inspiraron temas o títulos de álbum (Pototo,
Ricardo Miró), productores (Mario Luna, Pablo Mangone, Alejandro Ulatowski),
ingenieros de sonido (Gustavo Gauvry, Guido Nisenson, Rafa Arcaute),
representantes (Alberto Ohanian, Juan Carlos Giacobino), médicos (Daniel Rawsi
y otra vez Pototo su dentista), colaboradores creativos (Roberto Mouro, Modesto
Tito Vázquez), periodistas (Juan Carlos Diez, Claudio Kleiman), luthiers (Rudy
Pensa, Cristian Iannamico), diseñadores de arte de algunas tapas, contratapas o
libros y arte interno de los discos (Jorge Vizñovezky, Carlos Mayo), asistentes
(La Vieja Barrios, Javier Galarza, Eduardo Barakus Iencenella), el arreglador
Carlos Franzetti, el cineasta Pablo Cesar, la secretaria Andrea Cuyás, el
fotógrafo Hernán Dardick … y hasta al enigmático Bill Evans, que no es músico
sino panadero. Todas estas personas son una gran parte de los testimonios reflejados
en los dos Luisitos.
Quise conocer más al autor, quién posibilitó ese
acercamiento. Saber más de la realización de esta obra en dos partes, de las
dos ediciones de La biblia spinetteana,
la radio y los proyectos para el 2022 que ya está a punto de empezar. La
palabra ahora es de Jorge Kasparian.
¿Tuviste
algún encuentro personal con Luis Alberto Spinetta, o algún contacto a través
de alguna persona cercana a él?
En realidad, con Spinetta pude haber estado un
montonazo de veces porque fabrico remeras de rock hace 30 años y estoy muy
vinculado al rock. Laburé muchos años con Las Pelotas, muchos. Con respecto a
él, en un Chateau Rock en el año 1988, un amigo de mi viejo laburaba en una
empresa que era la encargada de darle el catering a todo aquel que pasara por
cualquier evento que hubiese en el estadio de Córdoba, lo que hoy sería el
Estadio Kempes. Me preguntó este muchacho, amigo de mi viejo, si quería
laburar. Fue un guiño como para ir a ver gratis el festival. Yo le dije que sí.
Me dieron la llave de un camarín y cuando llegué a la tarde en la puerta del
camarín, que era el vestuario del local, había un papel blanco pegado en la puerta
que en fibra negra decía Raivan Pérez (una banda mendocina), El Sueño Americano
(una banda de Córdoba), Luis Alberto Spinetta … ¡Imagínate lo que fue! El Flaco
tocó y lo abuchearon. Había unas 4000 o 5000 personas. La gente quería escuchar
a Los Fabulosos Cadillacs que venían con “Mi novia se cayó en un pozo ciego”. Y
la verdad es que fue un show tremendo, pero a las puteadas. A todo esto, yo me
había hecho mi primera remera en serigrafía con la tapa de “La, la, la” y la tenía
puesta. Terminó el show, yo lo vi
completo desde el campo de juego y me escapé hasta el camarín. Fueron entrando
los músicos, los asistentes, yo cierro la puerta, al rato se les va pasando la
calentura, van saliendo y en un momento dado quedo mano a mano con Spinetta. Se para enfrente mío y me preguntó si me había
gustado el show. Casi me da un infarto, yo tenía 18 años. Y le dije “¡Por
supuesto!”. Al toque le pregunté si todas las hojas eran del viento o el viento
movía sólo algunas pocas. Esta última frase está en una canción que se llama
“Una sola cosa” que está en “Privé”, el disco del año 86. Entonces me la
contestó, se dio cuenta que estaba re emocionado; yo estaba con los ojos
colorados y se me caían las lágrimas. Siguió hablando y de esa parte no le
entendí un pomo. Me miró y me dijo “¿De esto último no me entendiste nada, no?”.
“No”, le dije. Se rio, me tocó la cabeza y me dijo “Vas muy bien”. Me siguió
mirando la remera, y en un momento dado me regala su credencial del Chateau,
que todavía la tengo. Así que agarré y le regalé la remera. Él hizo unos
cuantos pasos, me quedé solo en el camarín, volví y me regaló una púa, que
también la tengo guardada. Lo tremendo es que, al año siguiente, en el Chateau
89, conseguí una credencial de periodista, me metí en la sala de prensa con un
amigo. Mi amigo se quiso sacar una foto con el Flaco, yo le saco la foto y me
dice “Boludo, sacate una foto con él”. Me pongo al lado y sin mirarme me dijo “Todavía
tengo la remera de “La, la, la” del año pasado”. Impresionante. También te
puedo contar que en el último show en Córdoba, después de las Bandas Eternas,
en el estadio Orfeo, en julio de 2010, no se quien le comentó que yo le dejaba
remeras y me agradeció durante un minuto, tengo la grabación, así que después
Juanca Giacobino, el manager, me pidió ir al camarín. Estuve en el ante-camarín
y finalmente me volví a mi casa. No quería molestar.
De los
recitales que presenciaste del Flaco, además del de las Bandas Eternas ¿hay algún
momento que guardes especialmente en la memoria?
Si, por supuesto. Varios. El del 84 fue el primero,
tocó Spinetta Jade en La Falda, que si bien no fui a ver a Spinetta Jade
solamente, fui al festival. Me acuerdo mucho de ese show porque me sorprendió
un montón. Fue la última formación de Jade. Después hay unos cuantos; en el del
incendio del colectivo yo estuve, éramos pocos. Fue una cosa de locos lo que
pasó porque aparte en el 88 en Córdoba había muy pocos medios de comunicación.
La televisión abierta empezaba después de las 12 o 12,30 del mediodía. No
existía el cable, no había teléfonos celulares, no había absolutamente nada
asique imagínate lo que fue. Me acuerdo de un show en el Teatro del Libertador,
que como último tema hizo “Pequeño ángel” y se lo dedicó al maestro Carlos
Giraudo, director de la Sinfónica, que había fallecido. Y lo recuerdo mucho a
ese show porque una semana después nos enteramos que Gaby, mi compañera, mi
mujer, estaba embarazada de mi primera hija; Ludmila. También me acuerdo de un
show del 1 de septiembre de 2005, en donde ya fue embarazada de Alexandra, mi
segunda hija, y Gaby quería que tocara “Ludmila”, y el bis fue “Ludmila”. Me
acuerdo del debut de Illya Kuryaki and the Valderramas en La Falda, que eso lo
cuenta Mario Luna en el libro, en donde el Flaco tocó muy tarde, cerró el show,
y fue con la banda de la presentación de “Exactas”, que éramos poquitos y los
vi a 5, 10 metros del escenario, acostado en el piso del Anfiteatro porque no
había casi nadie. Me acuerdo del último Orfeo, por supuesto, en donde me
agradeció las remeras que durante muchos años le regalé anónimamente y nunca di
la cara. No sé quién le habrá contado.
¿Cuántas
emisiones salieron al aire del programa La
Biblia Spinetteana y cómo era la realización y puesta en el aire junto con
José Ávila y Tincho Siboldi? ¿Cómo era la frecuencia, estructura y duración del
programa, y podrías contarnos alguna anécdota?
El programa de radio tuvo 129 emisiones. Salía los
sábados a las 6 de la tarde en la 102,3, la FM de la radio de la Universidad
Nacional de Córdoba. Nosotros grabábamos el programa los miércoles, no
importaba si era en estudio o alguna nota telefónica. Hacíamos lo que se llama
un “falso vivo”. Generalmente estábamos los tres, si no estábamos los tres
estábamos con Tincho y si no con José, el único que estuvo en todos los
programas fui yo. Las producciones las hacia yo. El programa duraba 55 minutos;
mitad parla, mitad música. Jamás se cortó un tema por la mitad, jamás se pisó
un tema. Pasábamos discos completos, los
discos que no entraban en un programa los hacíamos en dos. Los entrevistados
tenían más o menos 30 minutos para hablar, previamente yo me comunicaba con
ellos y les preguntaba qué canciones querían escuchar. Imaginate lo que era
elegir 5, 6 o 7 canciones dentro de 550, un quilombo, pero la verdad es que la
pasábamos muy bien. Esa era básicamente la estructura, la producción la empecé
a hacer yo, quedaron producidos más o menos 320 programas porque hacía: temas
cortos, temas largos, temas en vivo, temas inéditos, primeros temas de cada
disco, últimos temas de cada disco, instrumentales, discos simples … De todo;
había miles de cosas, temáticas, nombres de personas, nombres de mujer, nombres
de varón … Miles de cosas. Esa era un poco la temática. Por supuesto que los
reportajes duraban bastante más pero después se editaba porque si no era
imposible, y anécdotas hay un montón. Una de las más graciosas fue con Pototo,
que el tipo se puso en contacto conmigo via face. Mario “Pototo” D´Alessandro.
Yo pensé que era un trucho porque todo el mundo me mangueaba biblias spinetteanas
y cosas. Hasta que me comunico con Dhani Ferrón, con el cual ya era muy amigo,
y me dice “¡Es Pototo en serio, Pototo el de la canción!”. Así que nos hicimos
tan amigos con Pototo que vino a Córdoba. Lo invité a presentar Luisito 1,
después me acompañó a La Cúpula del CCK, estuvimos ahí también, y finalmente
hicimos una presentación en Rosario. Más allá de que yo con La biblia y Luisito
recorrí más de 15000 kilómetros. A todos los lugares a los que me invitaban yo
iba.
¿Qué primó
para seleccionar las notas para el volumen 1 (ya realizadas para el programa de
radio) y cómo elegiste a los entrevistados para el volumen 2? ¿Las entrevistas
están completas o el texto que aparece en los libros es un resumen de ellas?
En el volumen 1 había unas 35, 36 notas. Con Roque Di
Pietro elegimos las más significativas, las más interesantes. A Héctor “Pomo”
Lorenzo le había hecho dos entrevistas porque la idea era hacer un programa
atemporal, enlatado digamos. Entonces a Pomo no le podía hacer una sola
entrevista porque si no no podía hablar nada. A los tipos grosos les hice 3, 4
y hasta 5 notas. Lo que pasa es que se emitió una sola ¿viste? Hicimos una
selección; desgravamos, editamos, quedaron 5 o 6 notas afuera. No tenía separadores
este libro, iba la nota pura. Me pareció muy importante darles lugar a los
desconocidos o a los poco reporteados como Matías Méndez, como Nico Cota, como
el Koala Verdinelli, como Ana y Gustavo Spinetta, y se armó una lista en orden
alfabético, de la A a la Z. El primero es Guille Arrom, el último es Sergio
Verdinelli.
En el caso del segundo volumen yo no tuve límite con
las entrevistas, aparte todo el mundo me conocía. Hice entrevistas de tres
horas y pico como la de Rafa Arcaute. Yo tenía una lista hecha de casi 200
nombres, sacando a los que ya estaban en el primer libro. Empecé a entrevistar
parvas de gente, imagínate la cantidad de material que quedó afuera. Ninguna
entrevista fue derecho si no que a todas las editamos y hubo que acortarlas.
Para que te des una idea, hay entrevistas que tienen 20 o 22 páginas de Word y
eso lo tenés que multiplicar por dos en la página del libro, o sea que podría
haber hecho un libro de, no sé, 3500 páginas. Un delirio. Así que se editó
mucho, lamentablemente esto es así, y como quedaba muchísimo material afuera
decidimos meter un separador entre nota y nota, que son muy interesantes y muy
sabrosos. Yo tengo mucho material que me ha ido pasando la gente y los mismos
músicos, y por eso tiene alguna foto y alguna cuestión gráfica, que por
supuesto pusimos poquito. Puse el informe de los bomberos en el incendio del
88, la tarjeta del Fans Club de Almendra, una lista de temas de Los Socios del
Desierto, puse las entradas y una pequeña parte de un afiche del show de Spinetta
en Los Angeles en el año 93, que fue el último show de la banda que lo acompañó
en Tester de Violencia, en Don Lucero y en Exactas. En el caso del volumen 2 el orden de aparición de los
entrevistados se da en la medida que han ido apareciendo en la vida de
Spinetta, no es orden alfabético si no que es en el momento que aparecieron en
la vida de Spinetta. No así los separadores, a los que le dimos otro formato.
Es como que son dos mazos de cartas distintas. Los fuimos colocando en donde
nos pareció porque están los cuatro bomberos, el fotógrafo de Marcos Juárez,
digamos. A mí la verdad que me encantó como quedó.
¿Hay alguna
historia o dato que teniendo toda la voluntad de que forme parte haya quedado
afuera de los dos volúmenes de Luisito?
Si, miles. Montón, parvas. No había forma, porque
aparte se da otra situación: todo este periplo no queda en un simple reportaje
o en repreguntas o en buscar algún otro dato. El vínculo que se dio con todo
este universo de gente … hay muchos con los cuales yo todo el tiempo me llamo
por teléfono y entramos en una relación familiar. Entonces me han ido contando montones,
pero montones de cosas de las cuales muchísimas se pueden contar, pero vuelvo
al problema del espacio. Entonces, esto no es una biografía oficial, esto simplemente
son dos libros de entrevistas con gente vinculada al universo de Spinetta en
donde la idea es mostrar las facetas humanas de Spinetta. Esto se da a partir
de que yo nunca sentí a nadie tanto como cuando se murió el Flaco. Sentí la
misma tristeza que sentí con la muerte de mi vieja, y yo necesitaba saber por
qué la obra de este tipo había cambiado tan brutalmente mi vida. A mi hasta me
educó Spinetta.
De los
testimonios que lograste para el programa o exclusivamente para el volumen dos
del libro ¿hubo alguna anécdota que te haya sorprendido totalmente o que te
haya hecho redescubrir algún punto de la trayectoria del Flaco?
Si, montones de cosas. En cuanto a canciones Juan del
Barrio me contó el porqué de la canción “Amenabar”. Robertito Mouro me contó el
porqué del título de “Oboi” cuando en realidad era “Oh boy”, que es “Oh niño”
en inglés, y decidieron juntarlo y terminó siendo “Oboi”. El porqué de la
canción “Cuando el arte ataque”, que en definitiva era una de las tantas veces
que él se había separado de Patricia, y si vos le sacás el estribillo “Quién
resistirá cuando el arte ataque” básicamente el tipo está llorando que se fue
de la casa y todo el tema, y simplemente el estribillo fue lo que se le cruzó
por la cabeza y punto, no hay ninguna otra cosa.
El tema “La montaña”, que definitivamente me lo
corroboraron varios, simplemente era una montaña de ropa. Hay montón de cosas
así acerca de las canciones.
En cuanto a lo personal; el Flaco ha vendido autos
para poder pagarle a los músicos porque no recaudaba. No me lo contó uno, me lo
contaron varios. Sobre todo en la época de Spinetta Jade. Lo que hacía con sus
guitarras: era de regalar guitarras todo el tiempo. ¡Hasta un día le regaló al
hijo de Pototo una guitarra porque le gustó el color! La relación con sus
luthiers, con Rudy Pensa o con Cristian Iannamico, que yo lo tengo en el primer
libro, me contó un montón de cosas. Muchas cosas que me sorprendían, por
ejemplo: él viajó a Estados Unidos y compró una viola con MIDI, cuando se puso
de moda el MIDI. Llegó acá, le sacó el MIDI para ponérselo a otra viola, eso se
lo hace Cristian Iannamico a la guitarra, y le pregunta “¿Y qué hacemos con la
guitarra?” y el Flaco le contestó “Quedate tranquilo que en algún momento a
alguien se la voy a regalar”. O el darle un montón de comida a un montón de
gente que le tocaban la puerta de la casa y no sabían ni siquiera que era
Spinetta. O cada vez que se iba de gira, parar el bondi e ir a saludarlo a Bill
Evans, el panadero. De estas cosas te puedo contar muchas pero muchas cosas,
que por supuesto algunas están en el libro y otras no. Y hay otro montón de
cosas que no se pueden contar. Yo le hice una nota larguísima a Mercedes “Poli”
Fernández, su última pareja. Tenemos una relación muy fluida porque tenemos una
gran amiga en común, pero yo decidí no publicar la nota. Porque no la voy a
exponer a ella que está en otra instancia de su vida. Pasó el tema, esta
historia, y listo. Independientemente que yo con el tema de la bio y los libros
no me meto, pero ahí tenés otro dato más que no lo publiqué ni lo voy a
publicar.
Otra perlita de canciones: la canción “Sinfín”, que
también la letra es de Roberto Mouro, le digo “¿Por qué le pusieron Sinfín?” y
me contestó “Porque no la podíamos terminar, porque no se terminaba nunca”. O
lo que me contó Grace Cosceri, que estuvo casi un año con el estribillo de la
canción “Vera”, porque no le gustaba, no cuajaba, no iba. Si leen detenidamente
la nota con Rafa Arcaute, de “Para los arboles” me contó dosmilquinientas
millones de cosas lo que pasa es que es imposible meter todo eso en un libro.
Todo el tiempo hay cosas que me sorprenden. No sólo me llamó la atención la
parte musical, estas perlas, sino también la parte humana. Eso es insuperable.
A mí me corroboró un montón de cosas que siempre pensé y sentí de él. Y ahora
entiendo por qué influenció tanto en mi vida. Para mí Spinetta es un modo de
pensar ¿viste? Un modo de ser, pero de verdad. No vendiendo humo.
Se describe
con varios testimonios el incendio del micro en donde viajaban Spinetta, el
grupo y su equipamiento el 9 de junio de 1988 en Marcos Juárez, Más allá de lo
dramático del momento, las pérdidas materiales y la suerte de que no haya
habido heridos, ese accidente parece haberte impactado bastante ¿Cómo lo
viviste desde tu lugar en aquel momento?
En ese momento yo tenía 20 años y por supuesto que
esperaba con ansias los shows de Spinetta, que tocaba una vez por año en
Córdoba. Se había anunciado un show para un día de semana, un jueves. Una
rareza. Nos enteramos por Canal 10, uno de los tres canales de aire que hay
todavía en Córdoba, que había tenido un accidente un colectivo de una banda de
música en Marcos Juárez. Cuando nos dimos cuenta, sin duda era Spinetta, porque
era la única banda que tocaba en Córdoba ese jueves. Tocaba en el estadio de
Atenas, un clásico en la época para el rock. Ahí tocaron todos; tocó Fito, tocó
Seru, el regreso de Vox Dei. Tocó un montón de gente. Así que hasta último
momento no se supo si el show se hacía o no. Finalmente La Mona Jiménez le
prestó un colectivo para traer a los músicos, y un montón de músicos de Córdoba
les fueron prestando violas, partes de la batería, redoblante, amplificadores.
Impresionante. En Luisito 1 está lo que perdió Guillermo Arrom, en Luisito 2
Machi contó gran parte del incendio, y no perdió nada porque su bajo se
rescató. Uno de los bomberos cuenta que bajó el equipo de Guillermo Arrom totalmente
quemado y la viola, y era su ídolo Guille Arrom asique imagínate lo que fue. Y
el show arrancó a las cuatro de la mañana, éramos poquitos, hacía mucho frio.
Tocó 10 temas. Y bueno, del incendio averigüé absolutamente todo: el hotel a
donde pararon, quienes vinieron, quienes viajaron. Hablé con muchísima gente;
pensábamos ponerlo en el libro como un informe muy extenso pero, insisto, por
una cuestión de espacio físico tuvimos que recortar. Porque aparte, no soy de
la idea de hacer libros demasiado largos porque por ahí te terminan cansando.
Pero fue shockeante. Fue muy importante, fue un antes y un después lo del
incendio porque aparte se da en un momento en donde el Flaco no tenía un mango.
Gracias a Gustavo Gauvry, que lo tengo en el libro y que también cuenta un poco
esto, estaban grabando Tester de Violencia. Y un dato que te puedo tirar, que
me lo contó Guille Arrom, el último tema que grabó la viola de él el día
anterior y que se quemó en el incendio fue “La bengala perdida”.
¿Cuál es tu
disco favorito de Spinetta y por qué?
Es dificilísimo. Es muy complicado. De El jardín de los presentes yo no puedo
escuchar temas sueltos, tengo que escuchar el disco completo. Pero miro a los
costados y soy un ingrato con los otros dos discos de Invisible, que para mí es
la mejor banda del mundo; Invisible es mejor que Los Beatles, que Pink Floyd,
que quién vos quieras. Es la mejor banda del mundo.
El primer disco de Almendra me parece una cosa
soberbia. A mí me agarra Privé en el
secundario y me volvió loco. Si yo extraigo los 10 temas de Spinetta en La, la, la me parece un disco
formidable, más allá de que me guste el disco completo, pero podés hacer un
disco de Spinetta solo porque son 10 las canciones de él. La saga Tester de violencia, Don Lucero, Exactas me parece gloriosa. Fuego
gris me parece una cosa de locos. Bueno, Spinetta Jade; ¡Los niños que escriben en el cielo! Es
muy injusto si dejo afuera algo ¿viste? El disco en inglés me gusta, lo que
pasa es que Only love can sustain
para mí es un disco con Spinetta y no un disco de Spinetta,
porque no pudo elegir los músicos, no estaba en su hábitat … De eso también te
puedo contar muchísimas cosas … El primer disco de Los Socios del Desierto me
parece una gloria. Un Mañana me
parece una gloria. ¡Para los arboles
me parece tremendo! Si me olvido de Artaud
seria … ¡un ingrato! Pescado 2 me
parece una cosa gloriosa. Son momentos … No te puedo decir. Si me tuviera que
quedar con uno solo … tal vez es El
jardín de los presentes, mirá lo que te digo.
¿Tuvo con su
nueva edición La biblia spinetteana (en
este caso me refiero a la obra en tela) su versión definitiva? ¿Cómo es el
documental que se filmó acerca de su realización?
La biblia spinetteana
en realidad a mí me hizo pasar el duelo, porque la hice prácticamente solo. La
primera originalmente iba a ser sobre frases de canciones que me gustaran,
después agarré y dije “Si yo estudié el secundario en un colegio de curas y nos
hicieron leer La Biblia ¿Por qué los spinetteanos no podemos tener todas las
letras para leer la biblia spinetteana?” Lo que empezó como una joda terminó
siendo un objeto de culto. Son 4 tomos, 240 páginas impresas en serigrafía.
Acordate que yo imprimo remeras y estoy todo el tiempo con tinta y telas.
Fueron cuatro tomos con cuatro tapas distintas, una de las tapas me la regaló
Semilla Bucciarelli, el bajista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota que
vive en Córdoba y somos muy amigos. Hice 200 ejemplares numerados del 1 al 200
y se los entregué a 200 personas que quería que lo tengan, empezando por mi hija
y mi mujer Gaby, y un montón de gente vinculada, o no, al mundo spinetteano.
Pasó el tiempo y un día haciéndole una nota para otro programa a Dhani Ferrón,
me dice “Está todo bien con La biblia spinetteana
pero falta un disco”, le pregunto “¿Cuál?” y me dice Los Amigo. Al aire le digo “Mirá que el disco salió después de que
yo terminé el libro”, “No importa”. Entonces de guapo le dije “Si me conseguís
algunos teléfonos y me das una mano hago una segunda biblia” y me dijo que sí. ¡Yo me quería matar! Y la palabra
empeñada hay que cumplirla asique arranqué. En esta segunda biblia son 14
tomos, 800 páginas. Me dieron una mano 150 personas de las cuales a muchas no
había visto nunca en mi vida. Trabajó gente desconocida, también trabajaron
famosos: Rodolfo García escribió el prólogo, después escribió Emilio Del
Guercio, Black Amaya, Pomo, Javier Malosetti, el doctor Daniel Rawsi, Roberto
Mouro, Grace, Ana y Gustavo Spinetta, Dhani Ferrón, Pablo Mangone, Martín
García Reinoso … un montón. Tiene 11 tomos; el 12 es el cuadernillo de Pescado 2 que es un tomo in situ porque
tiene 43 páginas. El tomo 13 se llama “Jardín de gente” y tiene 16 textos
seleccionados de los cientos que me llegaron de tipos famosos o no. Y el último
tomo tiene un glosario spinetteano porque hemos leído las letras doscientasmil
veces y separamos casi 600 palabras típicas de Spinetta desde las más simples
como “guirnaldas” o “rayo” a las más complejas como “obsidiana”, “periplo”,
“cadalso” y palabras inventadas como “vidami” o “desatormentándonos”, por
ejemplo. Ese glosario lo vamos a terminar desarrollando probablemente más
adelante en papel, pero es un delirio. En este caso son 400 ejemplares que
también los voy a entregar gratuitamente a 400 personas que quiero que lo
tengan. Y en el momento en que los fuimos haciendo en tiempo real apareció un
matrimonio amigo, directores de cine acá en Córdoba, y filmamos todo en calidad
cinematográfica. Eso se editó, y la idea es mostrar en un documental de casi 60
minutos cómo se hace un libro con las páginas de tela teniendo como excusa, por
supuesto, a Spinetta. Mi laburo es muy complejo y lo volcamos ahí. Es un
documental muy, pero muy piola porque adónde iba a presentar el libro nadie
entendía cómo se había hecho, bueno ahora van a ver un bodoque de cuatro kilos
de materia prima de tela estampada en 14 tomos, en una bolsa también impresa en
tela y van a poder ver cómo se hace el libro. Y la verdad es que se pasa
rápido, está piola y es un documental como si fuera para Canal Encuentro. Lo
primero que queremos hacer es presentarlo en Córdoba en marzo o abril del año
que viene, porque antes no se pudo por la pandemia. Y después probablemente
vayamos a donde nos inviten. Desde un colegio al CCK.
Con respecto a si esta es la biblia definitiva; no lo
sé. Todo indicaría que si porque es muy costoso de hacer y lleva muchísimo
tiempo. Pero bueno, nadie sabe qué puede pasar más adelante.
¿Va a haber
presentación de Luisito volumen 2 en
Buenos Aires?
Si. En algún momento lo vamos a presentar seguramente.
O tal vez junto con La biblia, o no.
Seguro. Lo único que hice este año fue dar una charla en un colegio, porque el
libro salió hace poquito, y presentarlo en Rio Tercero (Córdoba) en un café
literario que son muy amigos, que me pidieron que vaya a dar una charla. La
excusa fue esa y presenté el libro para 60 o 70 personas que había. Pero por
supuesto a donde me llamen me organizo y voy a presentar el libro.
¿Qué otros
proyectos tenés en mente para 2022? Sé que sacaste otro libro llamado 333 y seguramente seguirás haciendo
remeras de temática spinetteana, por ejemplo.
Mirá, lo primero que pretendo hacer es terminar la temporada de verano que en mi laburo se termina más o menos el 10, 12, 15 de marzo y descansar. Proyectos siempre tengo dando vueltas, varios proyectos spinetteanos, pero le tengo que dar cierta forma. El año que viene pretendo editar el segundo volumen de 333, que son todos relatos de hechos reales vinculados al futbol, al rock, a la cuestión cordobesa, a mi época de secundario, a mi etapa en la facultad, a cuestiones que les pasaron a amigos. La verdad es que me divierto mucho, me entretiene mucho eso. Por supuesto que tanto en La biblia como en esto hay dos personas que son claves; en la biblia los claves son Diego Vigna, que es el que convirtió el objeto de culto en un libro de lectura y Sebastián Palacios que es el diseñador. Dos grandes amigos que les tiro 500 ladrillos y terminan mandándome una pared revocada, limpia y pulcra. Con respecto a los Luisitos y a 333, Diego los editó porque me conoce de memoria. Y la audacia, la locura y la amistad con Roque Di Pietro que es el dueño de Vademécum, se pudo llevar a cabo la impresión de los libros. Volviendo a lo del año que viene, algo voy a ir formateando, pero quiero editar el 333 volumen 2 y remeras hago todo el tiempo. Remeras de Spinetta todas, por supuesto, siempre. En su momento hice todos los discos en remera. Tengo una de cada una. Después discontinué algunas, hago otras, y respeté el color del disco. Entonces la de Artaud es verde, la de Kamikaze es fucsia, la de MTV es naranja, Fuego gris es un azul aero, Spinetta en vivo en Obras es color turquesa. Hay muchas negras y otras tantas blancas. Ese es un poco el leitmotiv de la remera. Spinetta siempre, todo el tiempo.
Agradezco a Jorge Kasparian por la entrevista, a Roque
Di Pietro y a Karina Nisinman.
Sebastián
Matatagui
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